EL DEPORTE DESCANSANDO

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LOS DEPORTISTAS PROFESIONALES

Existen muchas formas de clasificar los deportes y frecuentemente algunas formas dejan mucho que desear por las enormes fallas de orden lógico, considerando el término “lógico” como herramienta teórica que permite razonar de manera correcta y veraz.

Una de tantas formas de clasificarlo es en deporte Profesional y Amateur, en ocasiones los criterios son utilizados de forma incorrecta como capricho, necesidad o ignorancia de quien utiliza esos conceptos.

La mayoría de definiciones de profesional están relacionadas con el ejercicio de una profesión, oficio o empleo primordialmente aprendido por una formación universitaria. También es utilizado el concepto como una cualidad para ejercer una actividad laboral en la que se manifiesten clara y ampliamente grandes valores sociales y morales como pudieran ser la responsabilidad, fidelidad, puntualidad o secrecía entre otros.

En México y algunas partes del mundo, se conoce principalmente como deportistas “Profesionales” a los automovilistas, basquetbolistas, beisbolistas, futbolistas o voleibolistas que reciben un pago por entrenar y jugar representando a un grupo social, club, o institución.

Una persona que se considere profesional, no solamente debería tener como requisito el recibir un pago por una actividad realizada, sino principalmente por respetar los valores morales, y como ejemplo mencionaremos solamente a la fidelidad, entendiendo a ésta como la actitud para cumplir con precisión o exactitud los objetivos previamente establecidos.

Me referiré a algunos hechos que cotidianamente se manifiestan en medios de información o redes sociales, acerca de deportistas “profesionales” como: Poseer exceso de grasa corporal que obstaculiza alcanzar niveles superiores de rendimiento deportivo, consumir drogas habiendo o no pruebas antidoping en los entrenamientos o las competencias, desvelarse consumiendo bebidas alcohólicas, fingir enfermedades,  utilizar “compromisos” familiares o sociales para no entrenar, actuar con flojera durante las sesiones de entrenamiento o competencia, no dormir por desempeñar funciones de “ligue” en la conquista ya sea de damas o caballeros, y peor aún desempeñarse intencionalmente sin deseos de triunfar, para obtener beneficios particulares con tales resultados. Serán rasgos que no deberán tener los “profesionales” para poder considerarlos como tales.

Una gran cantidad de deportistas que representan a su estado o a su país, entrenan y compiten con volúmenes e intensidades de la carga que duplican la de los “profesionales” que solo reciben un pago. Pero además muchos de los que no reciben un sueldo llegan a ser más profesionales, en el sentido de que muy frecuentemente conservan y promueven patrones de conducta que además de sus resultados deportivos,  son un ejemplo social.

Existen muchos profesionales en el deporte que desempeñan puntual y responsablemente su función, como los entrenadores, preparadores físicos, psicólogos, metodólogos, dirigentes o propietarios de equipos, que tratan de evitar conductas que obstaculicen llegar a los más altos niveles de rendimiento deportivo y crecimiento personal, pero desafortunadamente hay varios que son todo lo contrario.

Malas actitudes amplían la dicotomía existente entre un verdadero profesional y el otro llamado “profesional”, que en muchas ocasiones las autoridades superiores se hacen de los que no se dieron cuenta o no se enteraron de conductas antideportivas, inclusive promoviéndolas y solapándolas.

Quise referir algunas características para ponerlas a consideración del lector, y que valoremos si los aspectos morales, son los más importantes y si deben ser elementos obligatorios para que los deportistas sean verdaderamente profesionales.

Mi conclusión se centra en que: Cuando los negocios o los intereses económicos son más importantes para muchas personas de las instituciones deportivas, se pierde el más estricto sentido de lo profesional y no debería ser así, ya que en realidad se podría afirmar que muchos organismos tienen como objetivo emplear a sus “profesionales” simplemente para generar más dinero y eso no siempre es lo mejor para el deporte, y si los valores que se deberían transmitir los pasan a un segundo o tercer término, tampoco sería útil a la sociedad.

Raúl Arizaga: El deporte descansando

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