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Significación del deporte entre las sociedades en transición (2 de 3 partes). 

Por: G. Stefano Niro Serrano

En la primavera de 1818 en la ciudad de Sheffield, Inglaterra (aunque sucedía lo mismo en Eton, Cambridge y Londres), la jornada laboral en la fábrica había sido ardua e interminable. Salir de ese recinto ensordecedor y con un sueldo miserable, bien valía una cerveza entre amigos en la taberna local. Solamente unos cuantos seguían el camino a sus casas y los menos, se desviaban a un campo cercano para patear un balón duro como una piedra y grande como uno de baloncesto de la actualidad.

Al mismo tiempo, en la ciudad de Tréveris en la región Renania del recientemente proclamado Reino de Prusia (posteriormente Alemania), nacía Karl Marx.

No existe ninguna evidencia de que él haya realizado deporte alguno y tanto menos jugado al futbol ya que los primeros indicios del surgimiento del futbol en Alemania datan del 1850 y en su ciudad natal la aparición oficial fue hasta 1905. Por otro lado, Marx fue desde muy pequeño una persona aquejada por muchas enfermedades y por lo tanto bastante frágil a pesar de su corpulencia y la apariencia que lo caracterizaron toda su vida.

El Football (Futbol Soccer) en la Inglaterra (y Escocia, por supuesto) de aquel 1818 era un pasatiempo que aún no tenía reglas instituidas y las cuales se establecerían cuarenta y cinco años después, hasta 1863. En realidad, eran muy pocos los deportes reconocidos como tales que se practicaban de manera antagónica o incluso recreativa como la esgrima, la equitación, el tenis, el golf, nado, cricket, atletismo, etc., que eran reservados a la gente de la alta sociedad y a los adinerados empresarios de aquellos años a inicios del Siglo XIX y finales de la más frenética conversión humana de todos los tiempos: la Revolución Industrial. 

El deporte para Marx era una posibilidad de la que podía disponer si hubiera querido ya que era, después de todo, un burgués de familia acomodada con amistades dentro de la misma nobleza prusiana como su amigo y mecenas Friedrich Engels que entre otras cosas, practicaba el sable, la caza y el boxeo o también Jenny su esposa, que era hija del Barón Ludwig Von Westphalen perteneciente a la clase dirigente prusiana le pudo haber complementado esos privilegios para ser parte de la elite cosmopolita. Incluso en los Manuscritos económicos-filosóficos de 1844, Marx argumenta que el ser humano es ante todo un ser activo y creador.

Sin embargo, el único club en el cual militó Marx fue el Club de la Taberna de Tréveris del cual fue co-presidente. Y su único acercamiento al deporte fue de manera violenta en una serie de peleas por múltiples tabernas contra la aristocrática pandilla del Borussia Korps debido a rivalidadesestudiantiles…

Las sociedades europeas estaban en medio de una transición que abarcaría 124 años (desde 1750 hasta 1914) y que dio lugar a la época de los grandes inventos, la innovación tecnológica, el crecimiento económico, los cambios en las comunicaciones, la celeridad del transporte de mercancía y pasajeros así como evoluciones en los ámbitos comercial y políticos, para así dar paso a la nueva sociedad industrializada. 

Como resultado de la acelerada significación y adaptación que adquirió aquella transformación, se creó un nuevo orden social basado en la economía: el Capitalismo. Pero la revolución industrial trae consigo una dinámica contradictoria: el capitalismo en su expansión es caótico. Y si bien era una fuerza productiva y creativa, en su sistema transformador para lograr la abundancia, el bienestar general, el sano esparcimiento y el ocio, el capitalismo generó desigualdad, pobreza y desempleo.

El deporte no se quedó atrás en el avance de aquello que se denominó “progreso”, al contrario, gracias a los cambios continuos y las convulsiones sociales, el deporte -como fuerza transformadora que es-  impulsó el significado de inclusión, equidad e igualdad y en ciertos casos, el de la paridad de género dentro de los diferentes niveles sociales. El deporte fue también parte de una apremiante necesidad de cambio por la confluencia de lo jurídico y por lo tanto de lo político ya que Occidente se encontraba en plena transición entre el feudalismo y la nueva burguesía que derivó en la fuerte disputa por el equilibrio y congruencia de la igualdad material entre la burguesía y el proletariado: salarios, producción y condiciones laborales para que los nuevos ciudadanos no se vieran abandonados a su suerte ante el avance impetuoso del mercado o sea, inicia la efervescencia de “la lucha de clases”… 

El deporte fue parte fundamental de la economía de una nueva civilización que crecía, se expandía y mutaba en función de los sistemas mercantiles de aquellos países insertos en la dinámica del incipiente capitalismo generador de las nuevas economías participativas. Con la revolución industrial Europa se encaminaba hacia un futuro indefinido que inició con el final histórico del momento: la caída del Imperio Napoleónico. 

El deporte se convierte entonces en un integrador social por tener la característica de ser un sistema de procesos para la transformación y por lo tanto se presenta como un potente generador de identidad. Adquiere relevancia porque aunque no se entendían los por qué, contribuía en la producción de sentidos, significados y usos tanto en lo individual como en lo colectivo. El deporte es finalmente un sistema relacional. Y Marx esto lo entendía muy bien desde el aspecto social y económico. Sabía que hay una interconexión tal que no se puede entender al individuo sin entender lo que se va desarrollando a su alrededor y con el resto del mundo.

El deporte por su cuenta, es una cultura planetaria que habla el mismo lenguaje de símbolos y signos buscando los mismos efectos entre cada nación y sus individuos. El deporte es lo más social que pudiera haber en nuestro mundo y por lo tanto la significación de las sociedades en transición la vemos aquí desde el marxismo por tener éste, los elementos y estructura compleja que comprenden al contrapeso del discurso marxista: la enajenación y la cosificación. Explicado en otras palabras, la enajenación es excluyente en cuanto a sistema socio-económico vertical marcado por la libre competencia provocando los problemas sociales derivados de dicha exclusión como la pobreza entendida en nuestro caso y de este artículo, por la falta de inclusión o acceso a derechos fundamentales como el derecho a la práctica del deporte y por consiguiente reflejando la tendencia del capitalismo a fragmentar, dividir e individualizar la vida humana. La enajenación convierte en objeto a la naturaleza humana, la cosifica o sea, la convierte en una perdida sea de sentido como de propiedad.

Las nociones de Marx sobre la cosificación o en alemán Verdinglinchung, son las que tratan de la enajenación y el fetichismo de la mercancía humana tratada como objeto no consciente ni libre. Es en esencia, la línea vertical que opera el sistema capitalista para generar la plusvalía que le define. El valor en este sistema es económico y por lo tanto fruto del trabajo que no crea simplemente bienes de uso, sino bienes de uso que puedan ser mercancía para vender. Marx defiende y aboga en su teoría de la lucha de clases, hacer equitativo el tiempo y el esfuerzo con la retribución en pago de dinero. 

En el deporte actual la cosificación y con ella la enajenación, parecieran estar en armonía y de acuerdo con representar esos papeles por que el mismo sistema le exige a todas las partes que la plusvalía sea exorbitante. Es la alienación total. 

El deporte masificado, cosificado, enajenado, alienado y todo lo que lo haga “cómplice” del sistema no tiene por que desnaturalizar al hombre. Marx lo que siempre auspició en su utopía fue la democracia y el bienestar para el ser humano en donde las clases dejaran a un lado la lucha inherente a su clasificación (la utopía al no tener una frontera, no tiene un tiempo específico ni un término a diferencia de las ideologías que concluyen una vez superadas, por lo que el marxismo no termina con el comunismo/socialismo sino que trasciende las políticas y los gobiernos). 

En la actualidad no se podrían explicar las cantidades de dinero para el gasto o la inversión publicitaria, la producción de mercancía masiva, el pago a los atletas y profesionales del deporte, los costos de transmisión de los eventos globales, las regalías por uso de imagen, la construcción de estadios monumentales, etc., si no se hablara de un tácito acuerdo entre todos los involucrados empezando por la sociedad misma que asiste a los estadios y consume los medios de comunicación y las redes digitales que tratan el deporte desde lo noticioso hasta los mercadológico; no se entiende este crecimiento del deporte objeto si no hubiera un acuerdo entre los consumidores de los productos derivados del deporte, los seguidores de los eventos, los deportistas amateurs en general que se construyen a sí mismos inspirados por los héroes del momento y el sistema. Así, todos en conjunto cierran el círculo entre los profesionales y el resto de la población en una convergencia nunca antes vista.

Desde el marxismo se podría pensar que tanto la identidad de los atletas como su nacionalidad, están en un proceso de ser remplazadas por los valores simbólicos de las marcas auspiciantes con las cuales segmentos específicos de la población se identifican y por lo tanto desarrollan un vínculo afectivo, emocional y de lealtad. Marcas, héroes, sociedad, servicios, empresas, etc., están comprometidas en la construcción del sistema de valores y adquisición de los mismos a través de la larga cadena de producción, distribución y exhibición de sus mercancías para satisfacer profundos deseos de pertenecer y consolidar los modelos de sentido propios del capitalismo. 

El deporte es utopía. El deporte en su significación es la búsqueda del bienestar común y el rechazo a la alienación y enajenación. El deporte cosificado por lo mediático es comparado con el deporte contrario a las situaciones de injusticia, desigualdad y explotación y afín a la inclusión social; el deporte favorece la elaboración de mejores prácticas para las políticas públicas con miras a la transformación de la sociedad y el individuo. El marxismo por ser en su esencia transformador, es el eje rector para el análisis del deporte que, como creador de sentidos e identidad, se hace necesario (más que nunca), para que recupere su propia naturaleza humana y por lo tanto, social.

Karl Marx murió en Londres el 14 de marzo en 1883 y para entonces muchos deportes ya tenían reglamentos, asociaciones y federaciones. Ese mismo día en Paris, el Barón Pierre de Coubertin leía El Capital y redactaba un texto con el fin de lograr la transformación de una sociedad europea urgida por regresar a los valores tradicionales suplantados por el capitalismo. Posteriormente en 1894, ese texto sería la Carta Olímpica de los primeros Juegos de la era moderna de 1896.

El deporte no puede ser concebido sin que el mayor valor posible para el hombre y la mujer sea el ser humano.

Bibliografía

Arriarán, Samuel. El marxismo crítico de Adolfo Sánchez Vázquez. ITACA. 2015, México.

Bauman, Zigmunt. Vida Líquida. Paidós Ibérica. 2006. Barcelona.

Marx, Karl, Frederich Engels, Sobre el Arte. Claridad 2ª Ed. 2012. Buenos Aires.

Sartelli, Eduardo. La cajita infeliz, un viaje marxista a través del capitalismo. Akal. 2014. Madrid.

Wheen, Francis. Karl Marx. Editorial Debate. 2015. Barcelona.

GIOVANNI STEFANO NIRO SERRANO

Académico con 25 años de trayectoria. Publicista. Presidente y Socio Fundador de Circuito Ultras organización para la Paz a través del Deporte. Asesor para la transversalidad del Deporte de la Alianza para la Educación Superior; VP de la RED de Investigadores sobre Deporte, Cultura Física, Ocio y Recreación; VP Relaciones Interuniversitarias de la Asociación Nacional de la Publicidad; Asesor externo del Consejo Nacional de Autorregulación y Ética Publicitaria. Autor de libros y artículos en investigación sociológica y mercadotécnica del deporte. Coordinador de foros para la investigación del deporte en las áreas de: mercadotecnia, salud y bienestar, equidad e inclusión, arte y cultura, políticas públicas y política. Ultramaratonista.

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