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Por: G. Stefano Niro Serrano

Significación del deporte entre las sociedades en transición (3 de 3 partes)

El deporte es una utopía.

El desarrollo humano y su avance en el tiempo-espacio es una utopía. 

El mal entendido y poco comprendido concepto de progreso, es también una utopía. 

La utopía no tiene confines, no pertenece a un tiempo específico ni a un término en plazos a diferencia de las ideologías que concluyen o se transforman una vez superadas por otros sistemas. La utopía vive ahí en donde la ideología cambia de dirección y visión. La utopía no entra en estados transitorios; las sociedades si lo hacen.

La humanidad busca constantemente alcanzar un estado físico, mental, anímico y social óptimo y de perfección, de estabilidad, de crecimiento como individuo y enfocado al fortalecimiento de su sociedad. La humanidad está en constante re-significación de sus dimensiones y su implicación con ese proceso.

Está en la perpetua exploración del equilibrio entre todos y cada uno de los factores que determinan su realidad, su contexto y su compleja naturaleza. Busca fuera de sí y no comprende del todo lo que está escondido en su propia razón de ser y de su conocimiento. El ser humano por antonomasia desconoce, por lo tanto se perturba al no comprender que todo está interconectado. No logra ver los alcances y la profundidad de la interactividad entre cada sistema de vida.

Y en ese sistema complejo de tantos componentes que tiene la vida, está el deporte. Siempre. Siempre está ahí. Y el ser humano desconoce y no comprende al deporte por que se desconoce a sí mismo, no se entiende, no sabe qué es en realidad ni qué utilidad o razón tiene ni como ser existente ni al deporte en sí. El ser humano muta constantemente buscando una mejor y óptima forma de vivir la vida. Vive en una constante utopía. Y el deporte lo acompaña. Le es inherente.

Ahora, la sociedad global está nuevamente en una transición desde sus cimientos hacia una nueva dimensión de manera forzada debido a su disparatada manera de entenderse a sí misma sea como ente biológico o como sistema intercomunicado. 

El mundo está nuevamente en transición. Las sociedades como sistemas complejos están en transición en donde el deporte no se sabe qué lugar ocupará dentro de sus prioridades.

Entender al deporte entre las sociedades en transición es ante todo, entender la complejidad de las sociedades mismas, desde sus valores, sus objetivos y las métricas para medir, sopesar y diagnosticar los resultados de lo analizado y evaluado. Lord Kelvin, el gran físico y matemático británico del S. XlX sentenció: Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar.

La complejidad de la misma complejidad es tan diversa que en su esencia lleva una paradoja derivada de la quasi totalidad de su imposiblidad para resolver la ecuación primaria de qué es lo que hace a una sociedad tan compleja; ¿Qué factores determinan los cambios y quiénes deciden eso? Y en menor grado de dificultad pero no de importancia, está el planteamiento del deporte como uno de esos factores sociales a los cuales se le da en mayor o menor grado su implicación e importancia dentro del entramado o red de constitución de la sociedad. Es muy probable que estemos al borde del caos. Y no un caos teoríco o empírico sino un caos predecible pero imparable. El caos como posibilidad para los resultados nulos de la ecuación formulada para detreminar a la sociedad. La Teoría del Caos principia con el precepto de que se trata de sistemas complejos y sistemas dinámicos no lineales pero muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales, o sea, que si hay un sistema de redes vinculantes activas, para no decir vivas, que al no ser lineales –que partan del punto A y terminen en el punto B sino que hay más puntos intermedios y/o colaterales–  abarcan entonces diversas dimensiones por que no se limita a las tres dimensiones clásicas o elementales, sino que entra en otras dimensiones más etéreas como el pensamiento y el mundo de las ideas en donde prevalece el ser humano con sus subjetividades.

En la Teoría del Caos se puede seguir distinguiendo en su significado que pequeñas variaciones en dichas condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo. El francés Henri Poincaré, físico-matemático, decimonónico y precursor de la Teoría del Caos, establecía que la evolución de un sistema era extremadamente caótico, en el sentido de que una pequeña perturbación en el estado inicial (como por ejemplo una mínima variación en la posición inicial de un cuerpo entendido como cualquier ente u objeto) podía llevar eventualmente a un estado radicalmente diferente. Por lo tanto, si con los instrumentos de medición disponibles no se puede detectar esa mínima variación, sería imposible predecir el estado final del sistema.

Por consiguiente, en las sociedades en transición cada acción tiene una repercusión (más que solamente una reacción) en todos los planos de los sistemas que la conforman, así que el deporte no está exento a la variabilidad que en su expresión de un cierto valor dentro de la ecuación social, lo tiene comprometido a los demás factores que lo circunscriben. 

Para comprender esto se puede hacer una analogía o una metáfora matemática en donde una ecuación conformada por las incógnitas o variables que la componen, no pueden ser ni la totalidad ni la nulidad dentro de la ecuación. El deporte no es la totalidad de la razón de la sociedad pero no puede estar ausente de la misma por que entonces no habría tal ecuación para explicar la función o resultado del estado deseado de la sociedad.

Y la sociedad se produce a si misma. A la sociedad no la produce ni la transforma una fuerza desconocida o una representación con valor de cero como resultado de la suma de incógnitas multiplicadas n cantidad de veces (x+yn=0) o peor aún, que esa representación nula o ausente produzca valores que se van a multiplicar al infinito(0=x+yn), sería una no ecuación por demás imposible. La sociedad más allá de evolucionar o progresar o avanzar, se crea y gestiona a si misma en una retícula de producciones y funciona con base en sus propias complejidades y dinámicas que las denomina sistemas.

El deporte es un sistema de producción al igual que la sociedad y, por lo tanto, se transforma constantemente y dentro del propio sistema social, pero no como ente aislado sino como componente del sistema que a su vez, está compuesto por las variables y valores del deporte. Valores tanto de incógnita numérica matemática como de valores que conforman las cualidades y principios que guían al ser humano. 

La referencia más adecuada para tratar el punto de la auto-producción y por lo tanto de la auto-gestión, la tiene el biólogo chileno Humberto Maturana en su obra “De máquinas y seres vivos: una teoría sobre la organización biológica” al definir a los sistemas complejos bajo el nombre de autopoiesis que al explicarlo lo hace con referencia a una máquina y a ésta la explica como “una máquina organizada (definida como una unidad) como una red de procesos de producción (transformación y destrucción) de componentes que: (i) a través de sus interacciones y transformaciones continuamente regeneran y realizan la red de procesos (las relaciones) que los han producido, y (ii) la constituyen (la máquina) como una unidad concreta en el espacio en el que ellos (los componentes) existen especificando el dominio topológico de su realización como tal de una red. (pág. 78) […] el espacio definido por un sistema autopoiético es autocontenido y no se puede describir mediante el uso de dimensiones que definen otro espacio. No obstante, cuando nos referimos a nuestras interacciones con un sistema autopoiético concreto, proyectamos este sistema en el espacio de nuestras manipulaciones y hacemos una descripción de esta proyección”.

La autopoiesis en su principio trató del cómo las células se reproducen y mantienen a sí mismas en un sistema químico de auto-mantenimiento pero su atención fue para definir a los seres vivos que, como sistemas moleculares, se producen a sí mismos. Más tarde el sociólogo alemán Niklas Luhmann en su Teoría General de los Sistemas Sociales utiliza el concepto para un nuevo paradigma sobre la auto-organización y la autogestión de las sociedades en momentos de crisis como las contingencias y, por lo tanto, a la re-valoración y re-significación de los sistemas que rigen a tal o cual sociedad.

Las primeros acercamientos a los temas de contingencia y sus riesgos son las crisis económicas, políticas o de pandemias. Sin embargo, hay otros grandes temas universales que en ciertas ocasiones pasan a un segundo nivel de urgencia mundial como la inequidad, el hambre, la pobreza y muchas otras perversidades humanas que, como analiza también el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, “En todos los países hay muchas personas con escasas perspectivas de vivir un futuro mejor. Carecen de esperanza, sentido de propósito y dignidad; desde su situación de marginación, solo les queda contemplar a otras personas que prosperan y se enriquecen cada vez más”.

Lo mencionado por el PNUD es la antítesis de cualquier sistema y es un sinsentido de proporciones inexplicables.

Maturana cuando describió la autopoiesis fue por que se hizo una muy simple pregunta: ¿qué es la vida? Con ello abrió el camino para definir lo contrario: cuando los sistemas dejan de funcionar, cuando se detiene el proceso de autoproducción, es cuando ocurre la muerte.

Cuando los sistemas sociales no se comprenden a sí mismos, cuando avanzan sin un rumbo predeterminado y solamente improvisado dejando a un lado lo más importante, los valores se desorientan y la vida se pone en un riesgo real.

No es una fuerza desconocida que nos impulsa o nos mueve como humanidad. No somos producto de los recuerdos intermitentes de un monolito que motiva los cambios de conducta de unos primates que parecen adquirir un tipo de conciencia sobre los recursos disponibles debido a que a partir de ello, estos simios se dan cuenta que matar con un hueso les dará comida o que terminar con los seres de otros clanes les dará más poder.

Es difícil en realidad entender qué es la vida pero más difícil debe ser entender para qué nos sirve. Sin embargo, la debemos vivir y seguir buscando ese estado de sincronía, no hay muchas opciones ya que sería pensar en la nulidad, en la ausencia como presencia y eso es una aberración.

La vida es una utopía y el deporte está ahí.

Bibliografía

Maturana, Humberto. De máquinas y seres vivos: una teoría sobre la organización biológica. Editorial lumen Humanitas, España, 2004.

Informe sobre Desarrollo Humano 2019 Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: Desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI. PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Barrow-Green, J., Poincaré and the three body problem. AMS Bookstore. Providence RI, 1997. ISBN 0-8218-0367-0.

Hall, Edward Twitchell. La Dimensión Oculta, Siglo XXl Editores, vigésima primera edición en español, México, 2003.

Kubrik, Stanley. 2001: Odisea del espacio; Estados Unidos, 1968.

Luhmann, Niklas. Sistemas sociales: lineaminetos para una teoria general. Editorial Anthropos, España, 1998.

GIOVANNI STEFANO NIRO SERRANO

Académico con 25 años de trayectoria. Publicista. Presidente y Socio Fundador de Circuito Ultras organización para la Paz a través del Deporte. Asesor para la transversalidad del Deporte de la Alianza para la Educación Superior; VP de la RED de Investigadores sobre Deporte, Cultura Física, Ocio y Recreación; VP Relaciones Interuniversitarias de la Asociación Nacional de la Publicidad; Asesor externo del Consejo Nacional de Autorregulación y Ética Publicitaria. Autor de libros y artículos en investigación sociológica y mercadotécnica del deporte. Coordinador de foros para la investigación del deporte en las áreas de: mercadotecnia, salud y bienestar, equidad e inclusión, arte y cultura, políticas públicas y política. Ultramaratonista.

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