Daniel Aceves Villagrán
Los experimentos sociales que se han realizado a pequeña escala, sin revolucionar a toda la sociedad, se han determinado de acuerdo a un debate filosófico y sociológico acerca de la ingeniería utópica como construcción errónea de la sociedad, ya que la economía, como la sociología y la ciencia política, tienen profundas raíces históricas de acuerdo a Karl Popper.
El problema de la ingeniería utópica consiste en que busca cambiar a la sociedad en su conjunto y en que pretende que la conducta humana se adapte a “ideales” inamovibles, casi de forma platónica, teniendo un impacto inadecuado y socialmente peligroso, opinión que requiere un examen crítico; la ingeniería fragmentaria o gradual a la que Popper suma en contraposición con la utópica, en donde los experimentos sociales sí son posibles. Por ejemplo, la creación de un nuevo impuesto, una reforma penal y hasta asuntos de mera nomenclatura para un espectáculo cultural o deportivo, esto bajo la hipótesis de que repercuten en toda la sociedad, aunque no se transforme totalmente, la sociedad se desarrolla continuamente y no se da en un marco siempre repetitivo porque se requiere la repetibilidad de las condiciones en aspectos parciales de la vida y que pueden ser explicados por hipótesis sociológicas que resultan consultadas por la ingeniería social fragmentaria.
Los ingenieros fragmentarios no aspiran a cambiar a la sociedad entera ni a la perfección del Estado en donde se es feliz, pleno y en donde se satisfacen todas las necesidades afectivas y materiales, dado que no hay medios institucionales para ello, sino a que “ los hombres ejercen su derecho a no padecer”, el ingeniero gradual puede haberse trazado, en algunos casos, un plano de la sociedad en donde pudiera llegarse a materializar la perfección y la felicidad, en el entendido de que es algo absolutamente lejano.
La ingeniería social, de acuerdo a la enciclopedia libre, es un término empleado en un doble sentido, el primero, para realizar esfuerzos con el fin de influir en actitudes, relaciones y/o acciones sociales en la población de un país o región y, segundo, una manera de implementar o aproximar programas de modificaciones sociales. Ambas acepciones implican tentativas a gran escala, sea por gobiernos o grupos privados.
Etiquetar una política pública como “ingeniería social” es a veces una cuestión de intenciones o percepciones, el uso de esta expresión se inició en 1894 con un ensayo del empresario y filántropo neerlandés JC van Marken, difundido en Francia. En principio, el origen del término tuvo un concepto de filantropía porque así fue entendido por los pensadores liberales de la segunda mitad del siglo XIX y que tenía la idea de construir “ ingenieros sociales” como un grupo especializado “de intermediarios racionales“ entre el capital y el trabajo.
En el siglo XX se consideró la propaganda como ingeniería social, ya que éste se constituyó como un método de control de la opinión o mente pública y de este concepto se sugieren técnicas de manipulación, utilizado, por ejemplo, en las dos primeras guerras mundiales. La ingeniería gradual habrá de ser un método que busca combatir los más graves problemas de la sociedad, atendiendo a un método razonable, para mejorar la calidad de vida, aplicado sistemáticamente.
La ingeniería social puede ser usada por cualquier organización bajo elementos pragmáticos para llevar un cambio de manera voluntaria y sin resistencia interna para cumplir tareas y objetivos en una sola dirección.