Daniel Aceves Villagrán
Pensar los problemas en clave de economía del comportamiento, pensar hipótesis, medir, evaluar, ajustar y volver a evaluar; estos son, en síntesis, algunos de los entendimientos de cómo las personas vamos tomando decisiones, privilegiando los detalles en el diseño y la implementación para mejores decisiones.
La ciencia de los detalles: herramientas simples para mejorar tu comportamiento y el de la sociedad (2023) es un libro presentado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que tiene como autores a Nicolás Ajzenman y Florencia Lopez Boo, quienes disertan sobre si es más importante la decisión o ¿las decisiones?
Cualquier política pública debiese tomar en consideración un conjunto de microdecisiones que las personas tenemos que determinar en busca de algún objetivo, los detalles importan, cuanto mejor entendamos esto, más efectivos seremos. En este sentido, los autores afirman textualmente que los detalles muchas veces son tan imperceptibles como poderosos.
A quién elegimos, cuánto ahorramos, la frecuencia con la que hacemos ejercicio, asistir o no al médico, vacunarnos, tomar esa pastilla diaria que nos puede salvar la vida. Todas son decisiones importantes y, a veces, de vida o muerte. Y, aunque no nos demos cuenta, dependen de pequeños detalles que son más trascendentes y ésa es la buena noticia, porque significa que lograr cambios de comportamiento puede ser más fácil y menos costoso de lo que pensábamos. Algo que se vuelve fundamental no sólo para nuestro bienestar individual, sino para el de nuestra comunidad y hasta el de nuestros países. Si queremos tomar buenas decisiones, debemos prestar más atención a las pequeñas sutilezas que inciden en cada paso que damos.
Esto es lo que hace la economía del comportamiento y es lo que vienen haciendo muchos expertos, es decir, identificar esos detalles y usarlos para mejorar la forma en que tomamos decisiones. Una de las experiencias que en el sector público y privado tendrán que seguir proyectando es que en los casos donde se determine impulsar la calidad de vida de la población, deben acompañarse por métodos que identifiquen aspectos culturales y sociales, que son los que pudieran influir en el éxito o fracaso de un programa o proyecto.
El libro en referencia describe aspectos vivenciales que van desde el color de las instalaciones sanitarias, que pueden ser contrarios a los usos y costumbres de poblaciones, por ejemplo, de carácter indígena; también se alude a intervenciones en países centroamericanos que buscan disminuir la prevalencia de anemia con micronutrientes y que en la fase de consumo se enfrentaron a problemas del detalle del sabor y el color de las vitaminas, por lo que la inversión económica, técnica y científica tuvieron escasos resultados; hoy en día, hasta el horario para mandar una comunicación es parte de los detalles a cuidar y que determinan el éxito o el fracaso de alguna iniciativa, de tal suerte que, como se ha argumentado, los detalles de carácter individual, familiar y social deben prever el que no sólo basta una buena decisión, sino un conjunto de decisiones y de las que, de acuerdo a cálculos conocidos, las personas tomamos alrededor de 2 mil 300 decisiones por día en nuestra vida adulta.
Los seres humanos nos equivocamos, tenemos errores de percepción, nos cuesta procesar información, nos dejamos guiar por intuiciones, nos afectan las emociones del momento, nos cuesta entender qué nos conviene e, incluso, cuando lo entendemos, nos cuesta actuar en consecuencia porque nuestra voluntad tiene límites. Predecir el comportamiento en diferentes situaciones es de suma importancia.