
Alfabetización motriz como lenguaje esencial para la vida
Dr. Domingo Blázquez Sánchez
dblazquez29@gmail.com
Como profesionales inmersos en el apasionante campo de la Educación Física, la pedagogía y las ciencias de la educación, nuestra labor se orienta constantemente hacia la exploración de vías que optimicen el desarrollo integral de las personas. En esta travesía, el concepto de Alfabetización Motriz (AM), conocido internacionalmente como Physical Literacy, emerge no como una moda pasajera, sino como un constructo esencial que redefine nuestra comprensión y praxis didáctica del movimiento humano a lo largo de todo el ciclo vital (Whitehead, 2010).
El movimiento: esencia infantil y cimiento del desarrollo
Observamos a diario una verdad inherente a la infancia: niños y niñas se mueven. Su naturaleza es intrínsecamente inquieta, exploratoria y activa. Esta constante actividad no constituye un inconveniente, sino una manifestación esencial y positiva, crucial para su desarrollo global y para un crecimiento saludable (Gallahue & Ozmun, 2006).
No obstante, debido a errores conceptuales o a un profundo desconocimiento, este impulso vital ha sido frecuentemente incomprendido, penalizado o criticado, priorizando erróneamente un aprendizaje predominantemente pasivo y soslayando la conexión intrínseca entre motricidad e inteligencia (Piaget, 1952; Diamond, 2000).
Hacia una definición de la Alfabetización Motriz: más allá de la mera habilidad
Del mismo modo que aprendemos a leer y escribir (alfabetización tradicional) o a desenvolvernos en entornos digitales (alfabetización digital), la Alfabetización Motriz implica aprender a “leer” e “interpretar” el mundo, así como a “escribir” y expresarnos a través de nuestro cuerpo. Siguiendo la influyente definición de Margaret Whitehead (2010, 2013), la entendemos como la motivación, la confianza, la competencia física, el conocimiento y la comprensión que un individuo adquiere para valorar y asumir la responsabilidad de implicarse activamente en la actividad física durante toda su vida. Esta conceptualización es respaldada y promovida por organismos como la International Physical Literacy Association (IPLA, 2017).
Desglosemos sus componentes, enfatizando una perspectiva holística (Whitehead, 2010):
1. Motivación y confianza: El deseo intrínseco de moverse y la seguridad para hacerlo con libertad. Esto engloba la dimensión emocional: disfrutar del movimiento, superar temores y construir una sólida autoeficacia en entornos de aprendizaje seguros, inclusivos y estimulantes.
2. Competencia física: El desarrollo de habilidades motrices fundamentales y su aplicación creativa y resolutiva en contextos diversos (juego, deporte, danza, actividades cotidianas). No se reduce a la técnica, sino que implica adaptación, eficiencia y fluidez.
3. Conocimiento y comprensión: Entender el cómo, el porqué y el para qué del movimiento. Esto abarca la conciencia del propio cuerpo, los beneficios para la salud integral (física, mental y socioemocional), los principios biomecánicos y cinesiológicos básicos, y la capacidad para tomar decisiones informadas sobre la propia motricidad.
4. Comportamiento y participación activa: El modo en que la persona se relaciona, piensa y participa efectivamente en actividades físicas, integrándolas de forma significativa y placentera en su estilo de vida. El objetivo último es cultivar la autogestión del movimiento a lo largo de la existencia.
La urgencia de la Alfabetización Motriz en el panorama actual
La relevancia de este enfoque se acentúa ante una realidad alarmante: múltiples investigaciones constatan una disminución preocupante de los niveles de actividad física en la población y un incremento del sedentarismo desde edades muy tempranas (OMS, 2022; Tremblay et al., 2016). El sistema de educación formal, pese a sus esfuerzos, resulta a menudo insuficiente para satisfacer las necesidades de movimiento saludable. Adicionalmente, con frecuencia no se logra estimular la práctica sistemática de actividad física fuera del horario escolar, o esta se canaliza de forma desproporcionada hacia propuestas deportivas eminentemente competitivas, cuya idoneidad para el desarrollo integral en determinadas etapas evolutivas merece un análisis crítico y riguroso (Côté, Lidor, & Hackfort, 2009). ¿Es este el único o el mejor camino para fomentar una relación positiva y perdurable con la actividad física?
Implicaciones didácticas: un enfoque integral y permanente
Promover la Alfabetización Motriz nos exige, como especialistas, adoptar una didáctica renovada y reflexiva (Blázquez, 2017):
1. Abordaje holístico: Considerar a la persona como una entidad integral (dimensiones física, cognitiva, emocional y social interconectadas) en cada intervención educativa.
2. Inclusividad genuina: Contemplar y respetar las singularidades de cada individuo, adaptando los procesos de enseñanza-aprendizaje a sus ritmos evolutivos, capacidades y particularidades contextuales.
3. Énfasis en la salud y la funcionalidad cotidiana: Orientar la adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes hacia su aplicación práctica en la vida diaria y la promoción de la salud, trascendiendo el enfoque exclusivo en el rendimiento deportivo.
4. Continuidad y progresión: Aprovechar el sistema educativo como un entorno privilegiado para iniciar este proceso desde edades tempranas, garantizando su continuidad y seguimiento a lo largo de todas las etapas formativas.
5. Fomento de la autonomía: Estimular la creatividad, la resolución de problemas motores y la capacidad de autogestión, para que los individuos puedan mantener un estilo de vida activo de forma independiente y consciente.
6. El rol transformador del educador: Actuar como facilitadores de experiencias motrices significativas, positivas y diversificadas, que no solo transmitan conocimiento, sino que, fundamentalmente, construyan confianza y cultiven la motivación intrínseca (Arnold, 1991).
El desafío y nuestra ineludible responsabilidad profesional
Como especialistas del movimiento, enfrentamos un desafío crucial. La infancia y la adolescencia representan periodos críticos en los que la actividad física es indispensable para un desarrollo óptimo. Ante la creciente hipocinesia (Durand, 1999), surgen interrogantes ineludibles: ¿Qué nivel de compromiso y responsabilidad asumimos para con la salud de nuestros niños y jóvenes? ¿Estamos realmente comprendiendo y promoviendo con eficacia la Alfabetización Motriz? ¿Resulta suficiente nuestro quehacer actual? ¿Podemos y debemos aspirar a más?
Quizás la respuesta resida en evolucionar hacia una “Educación Física para la vida” (Kirk, 2010), una disciplina que trascienda las paredes del gimnasio escolar para impregnar la cultura y los hábitos de la comunidad, empoderando a cada persona para convertirse en el artífice de su propio bienestar a través del lenguaje universal del movimiento.
Conclusión: sembrar movimiento, cosechar bienestar duradero
La Alfabetización Motriz es mucho más que la mera ejecución física; es el arte de dotar a cada individuo de las herramientas corporales, cognitivas y emocionales necesarias para interactuar con el mundo de forma activa, saludable y plena. Es nuestro deber profesional, ético y social cultivarla desde la infancia (Blázquez, 2010), comprendiendo que no solo enseñamos a moverse, sino que sentamos las bases para una autogestión del movimiento que conduzca a una existencia más sana, significativa y conectada. Se trata, en definitiva, de una inversión fundamental en el capital humano y el futuro de nuestra sociedad.
Referencias Bibliográficas
• Arnold, P. J. (1991). Educación física, movimiento y currículum. Morata.
• Blázquez Sánchez, D. (2010). La iniciación deportiva y el deporte escolar. INDE Publicaciones.
• Blázquez Sánchez, D. (2017). Cómo evaluar bien en Educación Física. INDE Publicaciones.
• Côté, J., Lidor, R., & Hackfort, D. (2009). ISSP position stand: To sample or to specialize? Seven postulates on youth sport activities that lead to continued participation and elite performance. International Journal of Sport and Exercise Psychology, 7(1), 7-17.
• Diamond, A. (2000). Close interrelation of motor development and cognitive development and of the cerebellum and prefrontal cortex. Child Development, 71(1), 44-56.
• Durand, M. (1999). L’Enfant et le sport. PUF.
• Gallahue, D. L., & Ozmun, J. C. (2006). Understanding motor development: Infants, children, adolescents, adults (6th ed.). McGraw-Hill.
• International Physical Literacy Association (IPLA). (2017). Definition of Physical Literacy. Recuperado de [Se necesitaría la URL específica, por ejemplo: www.physical-literacy.org.uk]
• Kirk, D. (2010). Physical Education Futures. Routledge.
• Organización Mundial de la Salud (OMS). (2022). Global status report on physical activity 2022. OMS.
• Piaget, J. (1952). The origins of intelligence in children. International Universities Press.
• Tremblay, M. S., Carson, V., Chaput, J. P., Connor Gorber, S., Dinh, T., Duggan, M., … & Janssen, I. (2016). Canadian 24-Hour Movement Guidelines for Children and Youth: An Integration of Physical Activity, Sedentary Behaviour, and Sleep. Applied Physiology, Nutrition, and Metabolism, 41(6), S311-S327.
• Whitehead, M. (2010). Physical Literacy: Throughout the Lifecourse. Routledge.
• Whitehead, M. (Ed.). (2013). Physical literacy across the world. Routledge.
Domingo Blázquez Sánchez

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona y Licenciado en Educación Física, es un referente global. Ex-catedrático del INEFC de Barcelona, su trayectoria se distingue por ser Presidente de la Red Global de Educación Física y Deportes, así como de su liderazgo en el proyecto INEFC Global. Autor prolífico, sus obras como Métodos de enseñanza en Educación Física y Cómo evaluar bien Educación Física son pilares en la formación de docentes. Reconocido internacionalmente con la Medalla de Oro FIEP Mundial (2019) y el Premio Thulin FIEP Europa (2011), líder en la transformación de la pedagogía de la educación física con su enfoque innovador y publicaciones esenciales.
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