“BIOMECÁNICA DE LA RODILLA Y SU FUNCIONALIDAD ÓPTIMA AL EJERCITARSE EN EL ADULTO MAYOR”

Fernando Vargas

Escrito por: 

LEF. DEL OLMO PADILLA ALMA DELIA 

INTRODUCCIÓN

El incremento en la expectativa de vida de los adultos mayores – entendiéndose este a partir de los 60 años de edad – genera ciertas interrogantes de manera necesaria con respecto a la salud como consecuencia inevitable del envejecimiento. Es así como, la proporción de personas que experimentan dificultades con actividades funcionales como caminar, subir escaleras y, levantar objetos aumenta de manera significativa con la edad (NCHS, 2010) (Martorell & Papalia, 2017). 

Hoy en día, se ha hablado de programas de apoyo para el adulto mayor que involucren acciones para mantener su cuerpo en óptimas condiciones y, así lograr una vejez como un estilo de vida saludable en pro de su bienestar físico y mental, este hecho podría considerarse un aspecto positivo; sin embargo, este interés lleva consigo una serie de factores que podrían poner en riesgo su bienestar al disminuir la fuerza y el poder muscular, propio de su edad.

Por consiguiente, el adulto mayor al mentalizarse para realizar ejercicio físico e incrementar su fuerza muscular, podría perder de vista movimientos generalmente mal ejecutados, incrementando peligrosidad en sus articulaciones; en este caso, la rodilla manifestada como una de las articulaciones de mayor relevancia al ser la que de manera precisa soporta el peso corporal, permitiendo la movilidad esencial como sentarse, ponerse de pie, entre otras actividades. En definitiva, dichas lesiones pueden verse reflejadas como un proceso degenerativo – doloroso a medio y/o largo plazo.

De este modo, el adulto mayor sitúa principal importancia en la protección y cuidado de sí mismo y, en especial atención a los movimientos básicos que involucran las articulaciones de su cuerpo, como consecuencia de sus actividades en la vida diaria.

En este sentido, la presente monografía hará una revisión de manera detallada a lo que acontece con la biomecánica del movimiento en la articulación de la rodilla, como apoyo indispensable en su funcionalidad y/o inmovilidad y, al mantenimiento de forma sana durante la repetición sistémica de los ejercicios que permitan evitar tensión mecánica desfavorablemente, en busca de su optimización en el desarrollo de la misma. 

DESARROLLO

La rodilla es la articulación más grande del cuerpo y al mismo tiempo es una de las más complejas. Cuando esta articulación es saludable se mueve, con suavidad y facilidad, permitiendo caminar, correr y voltear sin dolor alguno. La rodilla está conformada particularmente por tres huesos, el fémur, la tibia y la patela o rótula como se conoce comúnmente; existe otro hueso que se une a la tibia sin entrar directamente en la articulación y que presenta muy poco movimiento cuando la rodilla se mueve, este hueso es el peroné.

El fémur es el hueso más largo del cuerpo humano y lleva al muslo sobre él, presenta una forma oblicua hacia la parte de adentro debido a la distancia que hay entre las caderas, siendo esta mayor a la existente en las rodillas. Por esta razón las tibias se encuentran separadas. Debido a la forma que adoptan el fémur y la tibia en conjunto estos huesos deben presentar la forma de una x.

La rótula es un hueso de forma plana de apariencia redonda u ovalada que se prolonga hacia abajo por su polo o vértice inferior. Lo conforman dos caras: cara anterior; tiene forma convexa y sirve de polea para los tendones del cuádriceps y rotuliano. Cara posterior; esta cara se orienta hacia el interior de la articulación, esta cara tiene dos aspectos, interno y externo que contactan con los cóndilos femorales; ajustando su forma cóncava con la forma convexa de los cóndilos.

La tibia, conforma junto con el peroné a la pierna, siendo el más robusto de los dos es el que soporta el peso corporal y se encarga de transmitir las fuerzas de la rodilla al tobillo. En su extremo superior se encuentran los platillos tibiales, interno y externo, en los cuales se apoyan los cóndilos femorales. En su extremo inferior se encuentra el maléolo interno del tobillo que junto con el maléolo externo encontrando en el peroné conforman una abrazadera que soporta el astrálago. También en su parte superior la tibia y el peroné forman una articulación prácticamente fija, ésta solo realiza, movimientos de deslizamiento.

Los meniscos, semilunares son otra forma de estructura cartilaginosa que se encuentran en el interior de la rodilla y son de suma importancia en el desplazamiento entre el fémur y la tibia. Se encuentran entre los cóndilos y los platillos tibiales y debido a su elasticidad actúan como amortiguadores al momento de transmitir el peso a través de los huesos de la articulación. 

Al estar paralelos a los platillos tibiales tienen forma de C, para adaptarse a éstos últimos, al menisco interno es de mayor tamaño y ligeramente más amplio, mientras que el externo cuenta con mayor grosor. Para mantenerse en su posición los meniscos se encuentran anclados a la cápsula de la rodilla, además de ser sujetos entre sí y con los cóndilos por los ligamentos.

Asimismo, diversos músculos y tendones cruzan la rodilla provocando sus movimientos de flexión y extensión, es por eso que se pueden dividir en dos grupos diferentes como extensores y flexores. El músculo extensor más importante es el cuádriceps femoral que está formado por el recto anterior, vasto interior, vasto externo y vasto intermedio, todos estos se unen con el tendón del cuádriceps que a su vez es el tendón de mayor tamaño. Este tendón sujeta la rótula en su parte superior, pasa por arriba de ella y se convierte después en el tendón rotuliano. Su función es la de extender la rodilla manteniendo el equilibrio de la rótula para que esta pueda deslizar correctamente sobre la escotadura intercondílea (Catarina, S/F).

Dicho lo antes expuesto, se observa la acción en la articulación de la rodilla al ponerse de pie, la rodilla se extiende, y al sentarse, la rodilla se flexiona. ¿Significa esto que usted utiliza los extensores de la rodilla para levantarse y los flexores de la rodilla para sentarse? No. Usted utiliza los extensores de la rodilla para ponerse de pie y también para sentarse. A medida que usted se levanta y luego se sienta, puede sentir la tensión en los extensores de la rodilla (cuádriceps). Los flexores de la rodilla (isquiotibiales) están relativamente flácidos (Derrick, Hamill & Knutzen, 2017).

Cabe señalar que, los movimientos más aparentes de la rodilla son los de flexoextensión y durante los mismos los cóndilos femorales ruedan y se deslizan a la vez sobre las glenoides tibiales, de tal manera que el eje en torno al cual se realizan, dispuesto transversalmente entre ambos epicóndilos, varía constantemente de posición y de dirección.

Durante la flexión los cóndilos femorales tienden a desplazarse hacia atrás, pero lo hace más el externo, con lo que el eje mecánico rota lateralmente (en el sentido de las agujas del reloj en la rodilla derecha). Durante la extensión sucede lo contrario; los cóndilos ruedan hacia delante y rueda más el externo que el interno, por lo que el eje bicondíleo se desplaza hacia delante y rota medialmente. Partiendo de la posición anatómica –rodilla en extensión– la amplitud de la flexión es de unos 120º, que aumenta hasta 140º con la cadera flexionada y llega a 160º forzando pasivamente el movimiento. Cuando estamos de pie, la tibia se halla ligeramente rotada hacia fuera (Alemán et al, S/F).

Dicho así, el movimiento principal de la rodilla, tiene una amplitud que se debe medir desde una posición de referencia que se toma cuando el eje de pierna se encuentra en la prolongación del eje del fémur, es en este momento cuando el miembro inferior posee una máxima longitud. La articulación de la rodilla desde el punto de vista mecánica es sorprendente ya que realiza dos funciones que pueden ser contradictorias: Primero, debe poseer mucha estabilidad cuando se encuentra en extensión completa, en este punto es donde la rodilla soporta el peso del cuerpo. Y segundo, debe poseer gran movilidad en la flexión, a que durante la marcha debe proveer al pie una buena orientación (Catarina, S/F).

Por consiguiente, es necesario prestar atención en la evolución al momento de realizar movimientos que intervengan los músculos cuádriceps – isquiotibiales como apoyo y/o ejecución de manera natural en la articulación de la rodilla; sin perder de vista al momento de planear el entrenamiento para fortalecer dichos músculos, no debería ejecutarse sin considerar una comprensión más a profundidad de la biomecánica de la rodilla durante la repetición sistémica del ejercicio.

Ahora bien, para representar mejor la biomecánica de la rodilla, es preciso tomar en cuenta los planos y ejes en los que los diferentes movimientos se realizan. Estos planos perpendiculares surgen a partir de la intersección que puede ser definido como el centro de la articulación – en este caso la rodilla – y, que son estudiados como plano sagital, frontal, transversal, vertical o longitudinal. 

Plano sagital: es un plano vertical que va de la parte posterior a la parte frontal del cuerpo dividiéndolo en mitad derecha y mitad izquierda; también es conocido como plano anteroposterior. Plano frontal: es un plano vertical que va de derecha a izquierda dividiendo al cuerpo en dos mitades, anterior y posterior, también es conocido como plano coronal. Plano horizontal: divide al cuerpo en mitades superiores e inferior, es también conocido como plano transversal.

Los movimientos de las articulaciones del sistema músculo-esquelético son en gran medida movimientos rotacionales y tienen lugar sobre una línea perpendicular al plano en el que ocurre dicho movimiento. A esta línea se le conoce como eje de rotación. Existen tres ejes de rotación que pueden definirse por la intersección de los ejes de movimiento antes mencionado. 

Eje sagital: pasa horizontalmente desde la mitad posterior a la anterior del cuerpo, es formado por la intersección del plano sagital con el plano horizontal. Eje frontal: pasa horizontalmente de izquierda a derecha y es formado por la intersección de los planos frontal y horizontal. Eje vertical o longitudinal: pasa verticalmente de la mitad inferior a la superior del cuerpo, siendo formado por la intersección entre los planos sagital y frontal.

A modo de comprensión como funciona los ejes de movimiento de la rodilla, se menciona que esta tiene seis grados de amplitud de movimiento en tres ejes geométricos. En cada uno de ellos (longitudinal, anteroposterior y mediolateral) la tibia puede trasladarse o rotar con respecto al fémur. Esto ocasiona seis pares de movimientos, flexoextensión, varo valgo, rotación interna – externa, comprensión – distracción, desplazamiento anteroposterior y desplazamiento mediolateral.

En el plano sagital el eje de flexoextensión es constante y dirigido desde anteroposterior en el lado medial a posteriorinferior en el lado lateral, pasando a a través del origen de los ligamentos medial y lateral, y superior al punto de cruce de los ligamentos cruzados. En realidad, se trata de un multieje helicoidal ya que durante la flexoextensión se provoca una rotación.

El eje de la diáfisis femoral forma con el eje de la fleoextensión un ángulo de unos 81°, que condiciona el valgo fisiológico de la rodilla. Sin embargo, las tres articulaciones, cadera, rodilla y tobillo, están alineadas a lo largo de una recta, eje mecánico del miembro inferior. En la pierna se superpone con el eje de la tibia, mientras que en el muslo forma un ángulo de 6° con el eje del fémur. El eje mecánico de la extremidad inferior es algo oblicuo hacia abajo y hacia dentro, formando un ángulo de 3° con la vertical. Este ángulo será tanto más abierto cuanto más ancha sea la pelvis, como ocurre en el caso de la mujer, motivo por el cual se ve más acentuado el valgo fisiológico de rodilla.

El hecho de que el eje de flexoextensión sea horizontal y que la curvatura del cóndilo externo sea mayor, hace que en flexión completa el talón tome contacto con la nalga a nivel de la tuberosidad isquiática, debido a una rotación axial simultánea. Por otra parte, existe un eje longitudinal de la pierna que permite efectuar rotaciones sólo cuando la rodilla se halla en flexión, ya que en extensión el eje de la pierna se confunde con el eje mecánico del miembro inferior y la rotación axial ya no tiene lugar en la rodilla, sino en la cadera. Este eje de rotación se localiza a nivel de las espinas tibiales.

Sin embargo, los movimientos de fleoextensión que se producen en la rodilla implican necesariamente la asociación de rodamiento y deslizamiento entre las superficies articulares. En este aspecto la función de los ligamentos cruzados es limitar el deslizamiento. La rotación de la rodilla en extensión es imposible debido a la tensión de los ligamentos laterales y cruzados, los ligamentos se enrollan sobre sí mismos y su distensión bloquea el movimiento. Los límites normales del movimiento oscilan entre 3 – 4° de extensión y 140° de flexión.

Para agregar algo a lo anterior, la rótula se considera un hueso sesamoideo contenido en el espesor del aparato extensor de la rodilla y responsable de dos importantes funciones biomecánicas. Por una parte, ayuda en la extensión de la rodilla prolongando el brazo de palanca del cuádriceps a lo largo de toda la amplitud de movimientos de la articulación. Por otra, permite una mejor distribución de las fuerzas de compresión sobre el fémur al incrementar el área de contacto entre el tendón rotuliano y el fémur.

La rodilla en extensión completa, la rótula se encuentra en la situación más proximal con respecto al fémur, pero no es “capturada” por la tróclea hasta los 25 – 30° de flexión. A 60° la parte media de la rótula contacta con el fémur y en flexión completa sólo la parte más proximal de la rótula contacta con la tróclea femoral. Al flexionarse la rodilla, la superficie de contacto del fémur se mueve de distal a proximal y la de la rótula de distal a proximal. 

De 0 a 90° de flexión el contacto se realiza en una banda transversal de la rótula que asciende desde el polo inferior al superior, pero la parte más medial de la rótula, la carilla accesoria (odd facet) no está en contacto. Entre 90 y 135° la rótula se inclina y la carilla interna y la accesoria contactan con el cóndilo. En ese momento el contacto se produce en los bordes laterales de la rótula, pero no en el centro. En máxima flexión existe contacto entre el tendón y los cóndilos.

Biomecánicamente, en la extensión completa la fuerza de contacto de la articulación femoropatelar es nula, durante la subida de escaleras puede incrementarse hasta 3,3 veces el peso corporal y con las rodillas fuertemente dobladas puede ser hasta de ocho veces. Estos mismos autores encuentran que existe una relación directa entre la presión de contacto de la articulación femoropatelar y la función de la rótula como brazo de palanca para la extensión de la rodilla. Próxima a la extensión completa, la rótula se mueve cerca de la diáfisis y del centro de rotación de la rodilla y, por consiguiente, proporciona un brazo de palanca mínimo para la extensión.

En flexión la rótula se desplaza por encima de la tróclea femoral, separando el tendón rotuliano del centro de rotación. Este movimiento proporciona una ventaja mecánica al tendón del cuádriceps, pero, a la vez, incrementa proporcionalmente la presión de contacto. Con la rodilla a 100° de flexión, la rótula aumenta el brazo de palanca del cuádriceps un 10%, pero a 45° de flexión lo aumenta un 30%. En los últimos 15° de extensión el efecto de la rótula es nulo y es cuando se precisa la mayor potencia del cuádriceps.

El contacto de la rótula con el fémur es superior en los tendones cortos e inferior en los tendones largos. El arco de movimiento del tendón (35°) durante la flexoextensión aumenta en los tendones cortos y disminuye en los tendones largos. La presión femoropatelar aumenta en los ligamentos largos entre los 0 y los 20°. Habría que hacer mención especial de una parte del cuádriceps, el músculo recto anterior, que, si bien por sí solo no es capaz de producir la extensión de la rodilla, tiene un interés especial debido a su biarticularidad. Su acción es la de ser a la vez flexor de la cadera y extensor de la rodilla, pero su eficacia como extensor depende de la posición de la cadera.

Con la cadera y la rodilla en flexión, el recto anterior es poco eficaz para extender la pierna, puesto que se encuentra distendido por la flexión de la cadera. Si, por el contrario, la cadera está en extensión, el recto anterior se encuentra tensado y aumenta su eficacia. Esto es lo que sucede en la carrera o en la marcha cuando se extiende el miembro posterior y, por acción de los glúteos, la cadera se coloca en extensión. Después, al avanzar el miembro oscilante, el recto anterior se contrae para flexionar la cadera y extender la rodilla.

Dentro de este marco, el movimiento de rotación de la rodilla sólo se puede realizar con ésta en flexión, ya que la estructura de la propia rodilla lo hace imposible en extensión. Los músculos flexores de la rodilla son a la vez sus rotadores. Los que se insertan por fuera del eje vertical de rotación de la rodilla son los rotadores externos: el bíceps y el tensor de la fascia lata, en este sentido, el músculo confiere estabilidad rotatoria a la articulación.

Otra tarea prioritaria, es el comportamiento biomecánico de los meniscos; ya que estos protegen el cartílago articular de la concentración de presiones; el externo, más pequeño, en un 50%, y el interno en un 75%. En su ausencia aparecen desgastes del cartílago, aumentando la incidencia de deterioro compartimental. En la flexión se desplazan hacia atrás traccionados por el tendón de los músculos semimembranoso y poplíteo. En extensión se desplazan hacia delante al traccionar de ellos las aletas meniscorrotulianas. En las rotaciones realizadas en flexión el menisco acompaña al fémur y no a la tibia, es decir, el movimiento se realiza bajo los meniscos.

La inmovilización prolongada tiene un efecto adverso sobre las propiedades de tensión de los meniscos. La movilidad en descarga tiene un efecto protector. La conservación de un menisco desgarrado o fisurado no tiene efectos perniciosos sobre la magnitud o distribución de las tensiones siempre que el menisco desgarrado no se desplace bajo los cóndilos. El problema es que los desgarros tienden a aumentar, con lo que pueden lesionar el cartílago al movilizarse y provocar tracciones de la cápsula, generando dolor.

En conclusión, el eje de movimiento de la flexoextensión se localiza a nivel de los cóndilos femorales en la inserción de los ligamentos medial y lateral. El eje de las rotaciones se localiza a nivel de las espinas tibiales y, durante la flexión la rótula no contacta con el fémur hasta los 25 – 30°. A los 80° la presión sobre los cóndilos es la más acentuada, aumentando el brazo de palanca del cuádriceps en un 30%. En los últimos grados de extensión, al no actuar la rótula, la potencia del cuádriceps debe ser mayor (Miralles y Puig, 2000).

De manera que, en flexión, posición de inestabilidad, la rodilla está expuesta al máximo a lesiones ligamentosas y meñiscales. En extensión es más vulnerable a las fracturas articulares y a rupturas ligamentosas. La articulación de la rodilla sigue el eje longitudinal del miembro inferior. Presenta un Ángulo obtuso abierto hacia afuera, generalmente, de 170°/175° (valgo fisiológico). Cuando el Ángulo esta disminuido (160°/165°) se trata de Genu Valgo, cuando el Ángulo está más abierto (mayor a 175°) hablamos de Genu Varo patológico (Kapandji, 2021).

Y es aquí donde se genera el análisis biomecánico en conjunto con el funcionamiento fisiológico al ejecutarse el movimiento interarticular y el deslizamiento óseo, de tal suerte que permita otorgar la fuerza y su aplicación en los músculos; ya que, de este determinará las conductas y su efectividad sobre lo que se pretende optimizar.

Dicho así, la OPS (2006) define operacionalmente la actividad física como “todos los movimientos de la vida cotidiana, como trabajo, actividades diarias, recreación, ejercicio y actividades deportivas”. Los beneficios de la actividad física regular para las personas mayores pueden ser muy pertinentes para evitar, reducir al mínimo o revertir muchos problemas físicos, psicológicos y sociales que acompañan el proceso de envejecimiento. 

Por lo anterior, el ejercicio aeróbico se recomienda ampliamente para prevenir y tratar muchas enfermedades crónicas relacionadas con la vejez. Algunas investigaciones al respecto indican que el entrenamiento físico es necesario para detener o revertir la sarcopenia y aumentar la densidad ósea. El incremento de la fuerza y la masa muscular es una estrategia realista para mantener el estado funcional y la independencia de los adultos mayores; así como, el mantenimiento de la flexibilidad. Asimismo, la capacidad de desplazamiento (caminar) también es un factor primordial en la composición corporal, especialmente en el aumento o disminución de la grasa del cuerpo.

La fuerza muscular es una de las capacidades físicas más importantes en los adultos mayores, y representa el potencial neuromuscular para superar una resistencia externa o interna debido a la contracción muscular, de forma estática (fuerza isométrica) o dinámica (fuerza isotónica). La pérdida de esta capacidad, asociada con la edad, está íntimamente relacionada con la disminución sustancial de masa del área de la sección transversal muscular (Chirosa et al., 2000). Esta pérdida podría estar relacionada con las alteraciones en la regulación hormonal (Izquierdo, 1998) y con una menor actividad física; por lo anterior, las personas sedentarias pueden mostrar gran pérdida de masa muscular e incremento de grasa subcutánea.

Entre algunos estudios relacionados con la fuerza muscular, el de Cruz (2006) trata de probar el efecto de un programa de ejercicio de resistencia muscular con bandas elásticas sobre la fuerza muscular de adultos mayores de nacionalidad mexicana. Dicho estudio se realizó bajo un diseño cuasiexperimental, y la intervención consistió en un programa de 12 semanas de ejercicio con bandas elásticas. La intensidad del entrenamiento fue de 60% 1RM de cada uno de los adultos mayores. Los participantes fueron asignados aleatoriamente al grupo experimental (n1 = 22) o al grupo control (n2 = 19). 

El programa mostró efecto sobre la fuerza muscular en las piernas para cada uno de los ejercicios propuestos: cuclillas, flexión de pierna, presión de pierna y extensión de pierna. Los datos sugieren que es posible incrementar la fuerza muscular de los adultos mayores mediante la práctica de ejercicio de resistencia muscular con bandas elásticas.

Al respecto, conviene hacer algunas sugerencias generales para la práctica de actividad física en el adulto mayor: Mantener una actitud entusiasta al practicar ejercicio; conservar un nivel de hidratación adecuado, ingiriendo alrededor de un litro y medio de agua antes, durante y después del ejercicio; para alcanzar buenos resultados, la duración de la rutina debe ser de media hora en promedio; realizar un calentamiento previo de alrededor de 10 minutos para evitar lesiones musculares; utilizar ropa holgada (de preferencia de algodón) y calzado deportivo cómodo; aumentar el ejercicio de manera gradual, empezando con 5 minutos hasta llegar a los 30 minutos. 

Comenzar con ejercicios de bajo nivel de esfuerzo, e ir incrementando dicho nivel; combinar ejercicios de corazón, de fuerza y de equilibrio; no desistir; pedir a alguien que sea su compañero de ejercicio; es recomendable ser supervisado por un profesional del ejercicio; si se observa algún tipo de malestar, se recomienda suspender el ejercicio; si la molestia continúa, será conveniente acudir al médico para una valoración.

Por lo anterior, es importante que el adulto mayor conozca qué tipos de actividades puede realizar durante la tercera edad. En general, pueden realizarse diversos tipos de ejercicios, pero teniendo cuidado con la intensidad con que se llevan a cabo y evitar posiciones permanentes, ya sea parado, sentado o acostado. Asimismo, es importante vigilar los ejercicios que involucren cabeza y tronco, y evitar ejercicios rápidos y movimientos bruscos, ya que éstos se asocian frecuentemente con lesiones, pues mientras mayor es la edad de la persona aumenta el riesgo de la descalcificación de sus huesos, teniendo como consecuencia mayor riesgo de lesión si no realiza ejercicio en la medida que sus condiciones lo permitan (Ceballos, 2012).

Dicho lo anterior, la sentadilla es un ejercicio que siempre está presente en los programas de entrenamiento de cualidades físicas, sean estas; la fuerza, como en el levantamiento de pesas; la velocidad, como en el atletismo; la potencia, como un saltador de largo (Escanilla, 2001). Incluso en ejercicios de la vida cotidiana es posible encontrar movimientos neuromuscularmente muy similares a los de la sentadilla, tales como sentarse en una silla, levantar un objeto del suelo o subir las escaleras. Este ejercicio poli-articular involucra la participación de más de una articulación y una acción muscular muy compleja que se explica en la “Paradoja de Lombard” descrita por Rash y Burke (Antoniazzi, 2011). 

Si bien nuestro tema de estudio es la biomecánica de la rodilla hay que reconocer que para una buena sentadilla se deben considerar el correcto apoyo de los pies y una buena base de sustentación, los que marcaran todo lo que se construye hacia arriba. Los pies deben estar separados entre sí a una distancia equivalente al ancho de los hombros y los dedos mirando hacia el frente y ligeramente orientados hacia fuera formando un ángulo de 30º aproximadamente (López Chicharro & Sánchez, 2014). Las rodillas deben seguir la línea de los pies pudiendo sobrepasar la línea vertical de ellos para lograr una sentadilla saludable y funcional. Las rodillas no deben rotarse hacia adentro. 

La falta de flexión dorsal del tobillo es una limitante para un correcto patrón de movimiento. Dejar las rodillas detrás de las puntas de los pies en cualquier variante de sentadilla profunda demandará una inclinación anterior del tronco para intentar mantener el centro de masa dentro de los límites de la base de sustentación o el ejecutante caería hacia atrás (Couceiro, 2014). No existen riesgos en llegar profundo, la mayor o menor flexión dependerá de la movilidad articular de cada sujeto. La actividad de los cuádriceps, Isquiotibiales y gastrocnemius aumenta a medida que aumenta la flexión de la rodilla. Lo que apoya la sugerencia de que atletas con rodillas saludables realicen sentadilla con flexión de entre 0 a 100º (Escamilla, 2001).

Para Swanson (2014) la “filogenética” que es la historia evolutiva de nuestra especie y la “ontogenética” historia del desarrollo del individuo han afectado la forma física a lo largo de un periodo de vida. Esto se entiende, como la evolución cultural avanza más rápido que nuestra evolución física. Todos debiéramos poder realizar una sentadilla (filogenia) pero la forma de interacción con el ambiente (ontogenia) ha limitado nuestras acciones. Y agrega, que no todos pueden realizar una sentadilla, o una sentadilla profunda. Forzar este ejercicio en alguien que no posee el patrón de movimiento es peligroso.

Hay muchos requisitos para comenzar a entrenar con sentadillas profundas, el más importante es contar con la movilidad adecuada para lograr la posición inferior sin provocar compensaciones (Swanson, 2014). Las cuatro áreas principales son: la movilidad del tobillo, movilidad de la cadera, movilidad torácica y rara vez la movilidad de la rodilla. 

El factor genético, la adaptación estructural y neurológica pueden alterar el logro de los resultados de varias maneras diferentes. Los principales defectos en la ejecución de la sentadilla son: curvar la espalda baja o zona lumbar, inclinación de la columna acentuando la cifosis, levantamiento de los talones, rotación interna del fémur y rotación externa o aplastamiento del pie (Lovorato y Vigario, 2011).

Debido a que las fuerzas de compresión máximas generalmente se producen cerca de la flexión de rodilla máxima, los individuos con afecciones patelo-femorales deben evitar realizar sentadilla con ángulos grandes de flexión de rodilla. Sin embargo, realizar sentadilla en el rango funcional de flexión de la rodilla de entre 0 y 50º puede ser apropiado para las personas con alguna disfunción patelo-femoral, porque en este rango solo se generaron fuerzas de compresión patelo-femorales bajas a moderadas (Escanilla et al., 2001).

Existen diversas maneras de realizar la sentadilla tanto como pacientes o deportistas hay, de aquí la discrepancia en la ejecución ya que existen muchas variables que intervienen en el movimiento y no es posible generalizar. En cuanto a la biomecánica especialmente la rodilla humana es un mecanismo complejo, la articulación más grande y que soporta todo el peso del cuerpo. Recomendar la sentadilla de manera prudente en cualquier programa de entrenamiento tanto de rehabilitación o para mejorar el rendimiento deportivo, es totalmente aceptable si se conoce bien la dinámica del movimiento y las fuerzas que provocan este movimiento. La sentadilla es un excelente ejercicio para el desarrollo de la fuerza y de la potencia, se aplica a una diversa gama de deportes y también actividades de la vida diaria y como dice Swanson (2014) “La cuestión no es si hacer la sentadilla bajo el paralelo o no, sino que lo realmente importante es la aplicación que se le da, de acuerdo con las limitaciones físicas, la adaptación de su estructura y el estilo de vida de las personas” (Toledo, 2016).

Finalmente, La población mayor conforma uno de los grupos etarios más vulnerables. El avance del envejecimiento, asociado a las enfermedades y factores como la obesidad, el consumo de tabaco y la falta de actividad física, limitan la capacidad de la PM de mantener su independencia (OMS, 2002). Evaluar la condición física de estas personas es fundamental antes de iniciar cualquier plan de acción que conduzca a su mejora o mantenimiento. A nivel internacional existen baterías de test que evalúan la condición física de las PM, en términos de capacidades físicas como la fuerza, la flexibilidad, el equilibrio y la resistencia

(Civitillo y Costa, 2012).

CONCLUSIONES

La morfología particular de las partes óseas, ligamentosas y, musculares de la rodilla otorga a ésta su propia forma de movimiento que hoy en día, aún se tiene mucho por analizar e investigar. Indiscutiblemente para el Adulto Mayor, es un reto en entender la biomecánica en general, con el fin de evitar desgastes y/o dolor, que complicara su función en actividades físicas, entrenamientos, adecuaciones morfo funcionales, entre otras; y que podría resultar difícil de comprender al inicio en el momento de su ejecución; razón por la cual, en esta investigación se ha centrado únicamente en su biomecánica y la manera en que se puede aprovechar dicho conocimiento con la intención de unificar criterios y trabajo conjunto que permita llevar a un mismo fin con resultados óptimos.

Asimismo, otorgar información a las personas que se dedican al cuidado de la salud en el adulto mayor, evitando presentarse como contraproducentes y/o contradictorios, al adecuar ejercicios y/o entrenamientos no aptos para las necesidades de cada persona debido a la falta de información y conocimientos que surge de la potencial demanda en la biomecánica del movimiento.

Eh de resaltar que una metodología de entrenamiento realizado bajo el esquema completo de la biomecánica en la articulación de la rodilla, maximizaría su rendimiento y su potencial sin llegar a lesionar y, lo más importante es, que se mantendría una sociedad sana y, con hábitos de vida saludable para la ejecución de sus actividades cotidianas.

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