Estadios sin aficionados, atletas entrenando con cubrebocas y competencias virtuales, son algunas de las circunstancias que distinguen a la nueva normalidad en el deporte. La COVID-19 es un fenómeno global que ha trastocado y transformado el mundo que habitamos. En ese sentido, el deporte no es la excepción y podemos observar lo que nunca imaginamos presenciar.
¿Quién se hubiese imaginado que los estadios de fútbol lucirían sin espectadores? ¿Quién hubiese pensado que las competencias más esperadas en el 2020 (año de Juegos Olímpicos) serían virtuales? Hace poco observé una competencia de Rugby efectuada en Fortnite, presencié en una transmisión en vivo de Facebook una final de Taekwondo Poomsae, vi la pelea transmitida desde Abu Dabi de Costa vs Adesanya, desde mi celular. Vi también que algunos atletas de alto rendimiento utilizaban más que nunca la realidad virtual para seguir entrenando.
Entonces, me di cuenta de lo evidente: Estamos viviendo en la era de los Cyborgs. Los avances tecnológicos están al nivel que nos imaginamos en nuestros sueños más lejanos. El ojo de halcón en el Tenis, el VAR en el fútbol, los petos electrónicos en el Taekwondo, la posibilidad de descargar Apps para entrenar, mandar Tweets e interactuar con Likes en los encuentros deportivos. La relación tecnología-deporte es una realidad, la hibridación humano-software es innegable. Estamos en la era de los Cyborgs.
No obstante, al observar los noticieros deportivos o los espectáculos de artes marciales me di cuenta de otra cosa evidente: El género seguía ahí, en nuestra tan esperada era de los Cyborgs. La escena que me hizo caer en cuenta fue la de una edecan vestida con bikini y cubrebocas. Ella anunciaba el inicio del segundo round caminando sensualmente alrededor de un ring mientras coqueteaba con la cámara que transmitía la pelea alrededor del mundo desde un estadio completamente vacío. Al ver esa escena vino a mi mente la canción de La maza de Silvio Rodriguez, masomenos dice así:
Qué cosa fuera
Qué cosa fuera, la maza sin cantera
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones
Un revoltijo de carne con madera
Un instrumento sin mejores resplandores
Un servidor de pasado en copa nueva
Un eternizador de dioses del ocaso
Júbilo hervido con trapo y lentejuela
Las conexiones que hace mi mente ante las situaciones que me hacen reflexionar a veces no son muy claras, por esa razón quiero enfatizar en las frases: Un servidor de pasado en copa nueva, un eternizador de dioses del ocaso. Esta frase resume el punto central que quiero abordar en esta columna: Estamos viviendo en la era de los cyborgs, pero somos personas que soportan un sistema viejo binario de convivencia y lo moldean a los nuevos avances tecnológicos.
Somos servidores del pasado en copa nueva al no proponer nuevas maneras de convivir entre hombres y mujeres. Esas nuevas maneras, en el deporte, no son solamente proponer competencias virtuales en la nueva normalidad, o proponer acceso ilimitado desde tu celular al contenido deportivo producido alrededor del mundo. Seguimos siendo humanos con acceso a altas tecnologías que perpetúan sistemas de discriminación de género donde los roles, los estereotipos y los prejuicios no han sido superados.
Con esto no quiero decir que si ponemos a un hombre edecan en los eventos deportivos hablemos de igualdad. Se hablará de igualdad cuando la diferencia no signifique jerarquía. Estamos en una nueva era, una nueva normalidad, eso no se puede negar, lo que ahora nos toca a nosotros como humanos tecnologizados, como cyborgs, es re-inventar nuestra convivencia. El reto de nuestra era es proponer nuevos modos de mirar nuestra condición humana actual para transformar nuestras relaciones.
Semblanza:
Ana Giselle Torres Lira
Licenciada en Cultura Física y Deportes
Maestrante en Gestión y Desarrollo Social por la Universidad de Guadalajara
Cinta Negra 4to Dan en Taekwondo
Ex Seleccionada Nacional de Taekwondo