Pasión por el deporte |
“El entrenador formador debe ser aquel que, simultáneamente, posea experiencia y tenga una formación propia que lo habilite para entrenar niños”
Por José Ortega
Formar niños a través del deporte es una actividad pedagógica muy importante, que exige por parte de quien dirige una cualificación adecuada y un elevado sentido de responsabilidad. La enseñanza del deporte es un proceso globalizador que no sólo tiene como objetivo el desarrollo de las capacidades específicas (físicas, técnicas-tácticas y psicológicas), sino también la creación de hábitos deportivos, la mejora de la salud y la adquisición de valores educativos que contribuyan a la formación de los niños. Siendo así, no podemos desperdiciar este motivante y poderoso medio que es el deporte dejando la educación y la enseñanza a personas “entusiastas” que, aunque tienen toda la mejor voluntad y entrega a la causa, no poseen ninguna formación que les permita desempeñar esta tarea con la competencia y la calidad que se debe.
El entrenador de niños no debería continuar siendo el exjugador o jugador que al final de su carrera deportiva, quien, careciendo de formación específica, es invitado para entrenar a los niños como recompensa por los muchos años de dedicación a su club, y que se limita a aplicar su experiencia de antiguo jugador a organizar y dirigir sesiones de entrenamiento con los niños. Tampoco deberá ser la persona que, a pesar de tener una formación específica en el ámbito del deporte, no tiene ninguna experiencia de práctica pedagógica, el hecho de haber terminado un curso de entrenadores en el que se aprende un conjunto de ideas y de conceptos, no permite, por sí sólo, ya ser un buen entrenador.
En cambio, el entrenador formador debe ser aquel que, simultáneamente, posea experiencia y tenga una formación propia que lo habilite para entrenar niños, que posea también sólidos conocimientos de sobre la disciplina que enseña, que le guste trabajar y que consiga establecer una buena relación con los niños, además que sea conocedor de las diferentes fases de desarrollo físico y psicológico y conozca los medios, etapas y métodos más adecuados para la enseñanza y el desarrollo integral de los niños. El entrenador formador debe constituir un buen ejemplo y un buen modelo para los niños, ya que éstos se encuentran en la fase de formación de su personalidad y de su adquisición de valores y referencias determinantes para su vida futura. Por esto, el entrenador formador debe tener conciencia del impacto que sus opiniones, prioridades y métodos de enseñanza provocan en los niños que entrena, ya que éstos son fácilmente influenciables y diariamente están expuestos a nuevas experiencias y situaciones.
El producto y el éxito del trabajo realizado por los entrenadores formadores se manifiesta a largo plazo y no a corto. El entrenador formador deberá, trabajar sin reloj y dedicar todo el tiempo disponible a la enseñanza y a la formación integral de los niños y donde es preciso tener mucha paciencia y perseverancia, pues los frutos del trabajo desarrollado sólo aparecerán como lo he mencionado, a largo plazo.