julio 17, 2025

El Deporte No Descansa

Verdadero Análisis Deportivo

El Matador, da la estocada a otra leyenda y se corona rey indiscutible de las 155 libras.

Por Rafael Cortez

El pasado sábado 28 de junio, el peleador de UFC Ilia Topuria venció de manera impresionante a Charles “Do Bronx” Oliveira por nocaut en el primer asalto, en una pelea que, en el papel, pintaba para ser mucho más pareja. Pero Topuria se encargó de dejar claro que esa igualdad solo existía en el imaginario. En menos de tres minutos, el hispano-georgiano ejecutó una combinación letal que silenció a los incrédulos y lo coronó como nuevo campeón del peso ligero.

Con esta victoria, Ilia se convierte en el décimo peleador en conquistar dos divisiones dentro de UFC, pero no es ese número lo que lo diferencia: es el hecho de que lo ha hecho de forma invicta. Nadie, hasta ahora, había logrado semejante hazaña. Es una señal de que estamos ante algo excepcional. Porque Topuria no solo gana: es cómo gana y a quién le gana lo que está construyendo una leyenda viva.

Para comprender lo que está logrando, basta con repasar sus últimas peleas. Alexander “The Great” Volkanovski, probablemente el mejor peso pluma de todos los tiempos, invicto en su división y con una defensa impecable. ¿Cómo lo derrotó Ilia? Por KO. Después vino Max “Blessed” Holloway, una figura histórica, famoso por su durabilidad y volumen de golpes. Jamás había sido noqueado.

¿Resultado? Otro KO.

Y ahora, tras conquistar el título de las 145 libras, Topuria optó por dejarlo vacante. No lo hizo por evasión, sino por ambición. Su objetivo era claro: buscar al mejor libra por libra, Islam Makhachev, y retarlo en su terreno. Pero Makhachev se negó. Argumentó que Topuria aún no había ganado su lugar en la división. Ante ese portazo, Ilia no se frustró ni armó escándalo. Hizo lo que siempre ha hecho: mirar hacia adelante y subir el nivel del reto.

Fue entonces que apareció Charles Oliveira, un peleador que no le rehúye a nada. Excampeón, récord histórico de finalizaciones, múltiples guerras en su haber. Aceptó enfrentar a Topuria por el título vacante. La pelea prometía ser una batalla entre generaciones, una prueba de fuego para ambos. Pero el combate apenas comenzaba cuando Oliveira ya estaba en la lona. El golpe fue limpio, certero, devastador. Un KO más para la colección.

Llegados a este punto, vale la pena detenerse a analizar lo que realmente distingue a Topuria del resto. Porque su técnica es brillante, sí. Su striking es agresivo, sus defensas son sólidas, y su jiu-jitsu, más que competente. Pero lo que realmente lo separa es su mentalidad. Desde sus primeras peleas fue cuestionado, minimizado y etiquetado como una moda pasajera. Sin embargo, nunca ha perdido. Nunca ha dejado de avanzar. Tiene algo que pocos atletas tienen: una convicción absoluta en su preparación y en su destino. No se excusa, no se distrae. Está obsesionado con la excelencia y se comporta como tal.

Cuando Makhachev le cerró la puerta, Ilia no mostró rencor. Cuando le ofrecieron a Oliveira, no dudó ni un segundo. Y cuando sonó la campana, no esperó: fue a terminar el trabajo. Ese patrón de conducta no es casualidad. Es la expresión de una ética de trabajo legendaria, de un competidor que no busca fama, sino trascendencia.

Por eso, aunque su apodo actual es “El Matador”, creo que su currículum ya exige algo más. Aquí va mi propuesta: que otra leyenda, pero del wrestling, le ceda el título. Me refiero a Randy Orton. Porque si alguien merece ser llamado “Legend Killer” hoy en día, es Ilia Topuria. Ha aniquilado a los más grandes, uno por uno, sin dejar margen a la duda. No los sobrevive: los domina. Y lo hace con un nivel técnico, mental y estratégico pocas veces visto.

Su próxima defensa parece encaminarse hacia Paddy Pimblett, un rival con historia personal y tensión acumulada. Pero más allá del morbo, lo que Topuria realmente desea sigue siendo esa pelea soñada ante Makhachev. Eso sí: para que esa pelea ocurra, Islam primero tendría que lograr lo que Ilia ya hizo — ganar en la división de arriba y convertirse en doble campeón. En caso de que lo consiga, Topuria ha dejado claro que no lo esperará sentado: irá a arrebatarle ese nuevo cinturón y a sellar su propio legado como el primero en conquistar tres divisiones.

Estamos siendo testigos de algo extraordinario. Pocas veces se tiene el privilegio de ver en tiempo real el surgimiento de un ícono. Ilia Topuria no está ganando combates; está reescribiendo lo que creemos posible dentro del octágono. Tiene la técnica, la historia personal, el hambre… pero sobre todo, tiene una mentalidad que aplasta dudas y disuelve pretextos.

Hoy, las artes marciales mixtas ya no solo evocan nombres como McGregor, Khabib, Jon Jones o GSP. También evocan a Topuria. Y si sigue así, su nombre no solo estará junto a ellos, sino por encima.

Rafael Guillermo Cortez Ménez

Egresado de la carrera de Derecho y actualmente estudiante de la Maestría en Periodismo Deportivo. Amante del deporte y cree en su poder para contar historias que inspiran, cuestionan y unen. Busca combinar el análisis y la pasión para comunicar el deporte con profundidad, claridad y respeto por quienes lo hacen posible.