junio 25, 2025

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Verdadero Análisis Deportivo

La Ética Profesional y el Intrusismo: Riesgos Latentes para la Educación Física como Campo Profesional y Científico

Por Mtro. Héctor Jesús Pérez Hernández

En los últimos años, la Educación Física ha transitado un camino complejo de transformación, buscando consolidarse como un campo de saber y acción pedagógica con fundamentos científicos, filosóficos y sociales sólidos. Sin embargo, este proceso de maduración y posicionamiento enfrenta obstáculos serios que atentan contra su identidad profesional: la falta de ética en el ejercicio docente y el preocupante fenómeno del intrusismo laboral.

Como profesional comprometido con la formación docente en Educación Física, me preocupa profundamente cómo se diluyen los principios éticos que deberían sostener el accionar de quienes ejercemos esta profesión. La ética, entendida no solo como un conjunto de normas deontológicas, sino como una disposición interior hacia la responsabilidad, la coherencia, el compromiso con el otro y la búsqueda del bien común, se ve vulnerada cuando el ejercicio profesional se reduce a una práctica sin sentido formativo, o cuando se pone en manos de quienes carecen del conocimiento, la formación y la sensibilidad pedagógica necesarias para trabajar con el cuerpo, el movimiento y la formación integral de los sujetos.

El intrusismo en Educación Física —la práctica ejercida por personas sin la debida formación profesional específica— no solo es una falta de respeto al trabajo académico, institucional y colectivo que sostiene a nuestro campo, sino una amenaza directa a los derechos de los estudiantes, quienes merecen una educación física crítica, inclusiva, con sentido pedagógico y con base en saberes rigurosamente construidos. ¿Cómo esperar que se respete el cuerpo del otro, su historia motriz, su diversidad y su subjetividad, si quienes se colocan al frente del grupo carecen de toda formación en praxiología motriz, en didáctica específica o en fundamentos del desarrollo motor y socioafectivo?

Lamentablemente, también existen colegas formados que reproducen prácticas poco éticas: improvisación, desprecio por la planificación, falta de actualización, y, peor aún, una actitud de desinterés frente a los procesos formativos de sus estudiantes. Cuando esto sucede, el daño es doble: desde dentro, se debilita el prestigio de nuestra profesión, y desde fuera, se abre la puerta para que cualquier persona que “le guste el deporte” se asuma como docente, entrenador o formador motriz, sin comprender la complejidad que conlleva formar cuerpos, prácticas y culturas.

Es imprescindible entonces hablar con claridad: la Educación Física no es un espacio recreativo, ni un apéndice de la vida escolar. Es una experiencia formativa con capacidad de transformación social, de reflexión crítica y de construcción de saberes corporales que aportan al desarrollo humano. No podemos permitir que esta responsabilidad se delegue a quienes no tienen la preparación ética, científica ni pedagógica para asumirla. Y tampoco podemos ser cómplices, desde el silencio, de quienes, aún con título, deshonran la profesión con prácticas negligentes, machistas, excluyentes o verticales.

Frente a ello, se vuelve urgente una acción colectiva que no solo denuncie el intrusismo, sino que promueva una ética profesional situada, viva y comprometida. Necesitamos códigos, sí, pero también necesitamos comunidad: espacios de formación permanente, redes de acompañamiento entre pares, mecanismos de autorregulación profesional y, sobre todo, el compromiso de mirar nuestra práctica con ojos críticos y voluntad de mejora continua.

Como educadores físicos, tenemos la tarea ética de dignificar nuestra profesión. Y esa dignificación comienza por asumirnos como sujetos éticos capaces de cuestionar, transformar y defender el sentido profundo de nuestra labor. Cuerpo, juego, cultura, motricidad, salud, diversidad, justicia… no son palabras vacías. Son compromisos vivos que deben encarnarse en nuestra práctica cotidiana y que solo podrán sostenerse si cada quien, desde su lugar, asume con seriedad el valor del conocimiento, la potencia del movimiento y la responsabilidad ética de educar con y desde el cuerpo.

Héctor Jesús Pérez Hernández

Licenciado en Educación Física, con maestría en Desarrollo de la Motricidad Infantil y. Destacado especialista en educación física, Licenciado en Educación Física por la Benemérita Escuela Normal Veracruzana y con una Maestría en Educación. Candidato a Doctor en Investigación Educativa. Es catedrático de la BENV, miembro de diversas redes de investigación, ha recibido premios por su labor, ha publicado en revistas indexadas y es autor de proyectos educativos destacados. Está activamente integrado en la FIEPS Delegación México.