Primera infancia

Fernando Vargas

Ahora, esta etapa de los primeros años, donde cada experiencia deja huella imborrable, se fortalece con la Comisión por la Primera Infancia

ESENCIAL

Por Daniel Aceves Villagrán

Cimiento esencial, hasta hace algunos años, dejado fuera en la diversidad de prioridades que definían la agenda nacional, la primera infancia, un periodo que moldea invariablemente el devenir colectivo. Ahora, esta etapa de los primeros años, donde cada caricia, cada palabra y cada experiencia dejan huella imborrable, se fortalece con la Comisión por la Primera Infancia, órgano colegiado de convergencia y coordinación con diferentes instancias a nivel federal y estatal, la sociedad civil y las familias para abordar de manera integral las necesidades de niñas y niños, cuya instrucción puntual de la presidenta de México, doctora Claudia Sheinbaum, está orientada a perfilar un futuro más prometedor para nuestras niñas y niños.

Esta comisión tiene como objetivo impulsar, en conjunto con sus integrantes, acciones que refuercen y protejan los derechos de la primera infancia en el país. Su operación reside en la secretaría ejecutiva del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), una entidad que despliega sus actividades sustantivas en la infancia mexicana (y también la adolescente). Su quehacer trasciende la mera formulación de políticas; se adentra en el proceso de la implementación, creando redes de colaboración para asegurar que las leyes y los programas se traduzcan en realidades tangibles en la vida de las y los infantes; desde impulsar marcos legales sensibles a las necesidades de la primera infancia hasta fortalecer las capacidades de quienes trabajan directamente con las niñas y los niños.

En esta acción interinstitucional se encuentra también la colaboración del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (CeNSIA), instancia que orienta, entre otras funciones, a proteger la salud temprana, diseñar y ejecutar estrategias para asegurar que cada niña y niño tenga la oportunidad de crecer sano y fuerte; se aboca, además, a fortalecer las estructuras del crecimiento y el desarrollo, anticipar los desafíos de salud y a brindar a padres y cuidadores las herramientas y el conocimiento necesario para nutrir el bienestar integral de sus hijas e hijos.

No obstante, a pesar de los esfuerzos y los avances logrados, los desafíos persisten, la pobreza, la desigualdad y la violencia en torno a las niñas y los niños siguen siendo obstáculos significativos para el pleno desarrollo de la primera infancia en el país.

La ruta de la Comisión por la Primera Infancia, el pasado 7 de mayo, estableció en su Programa de Trabajo 2025-2026 asegurar que las políticas de salud infantil estén alineadas a un enfoque integral de derechos, considerando no sólo la salud física, sino también el desarrollo cognitivo, social y emocional. Por ello, es fundamental que la comisión, en sinergia con todos los actores clave, continúen fortaleciendo su labor, ampliando su alcance y asegurando que esas políticas se traduzcan en realidades concretas para cada niña y niño, sin importar su origen o condición.

En este panorama, es preciso resaltar la importancia de invertir en la primera infancia, no sólo como un acto de justicia social, sino como una estrategia inteligente para construir un futuro más próspero y equitativo para México. Una niña o niño que recibe los cuidados, la atención y la estimulación adecuada en sus primeros años tiene mayores probabilidades de convertirse en un adulto sano, productivo y participativo.

La labor silenciosa, pero poderosa, de la Comisión de la Primera Infancia y sus aliados es, por lo tanto, una inversión invaluable en el capital humano de nuestra nación. Es una urgencia invisible que merece toda nuestra atención y apoyo.