Por: Ernesto Palacios
¡Así no Ana!
La gestión en cualquiera de sus formas en el deporte competitivo, puede significar la promoción de algunos valores morales esenciales.
No hay que dejar de lado que los valores morales practicados por una comunidad deportiva, sin duda, se ven determinados por la manera que se conducen las administraciones directivas de ese deporte en un entorno específico.
Si la actitud del que dirige el deporte es “ganar” a cualquier precio, y asimismo considera válido perjudicar a la sociedad a la que debe servir con el fin de imponer sus torcidos intereses personales, seguramente estará promoviendo valores diferentes de lo que el propio deporte esencialmente representa.
Si ese servidor público considera aceptable lastimar los propósitos deportivos de un país, para dar paso a beneficios particulares entonces, estaremos en el escenario peligroso donde se lesiona la estructura moral de una nación.
No tengo duda de que en el deporte mexicano se puede implementar el modelo de gestión donde se consiga tanto los propósitos personales del que dirige así como los objetivos deportivos de la sociedad. En ese modelo el deporte se somete a principios tanto pedagógicos como biológicos, y de esta manera se consiguen los resultados ambicionados. Asimismo, en la administración y dirección del deporte para obtener los objetivos se aplican buenas prácticas con principios administrativos. Hacerlo de otra manera es crear el entorno propicio para el detrimento de la persona que dirige y también del deporte en la sociedad.
En este modelo propuesto lo que realmente importa es superar el reto que presentan las múltiples situaciones a resolver. Y solamente se le puede hacer frente al reto dentro de un marco de principios que disciplina el comportamiento en la conquista del resultado codiciado. De otra manera no, no es permitido y habrá que señalarlo.
Los dirigentes que toman seriamente el deporte se convierten en actores protagonistas de la competencia deportiva y sus valores. El dirigente poco serio, se convierte en el protaginista de la trampa y destrucción de la estructura deportiva.
Es importante que el dirigente deportivo actúe de forma moralmente deseable. Esa conducta puede comunicar un conjunto de valores a los deportistas y a la sociedad en general. También, de alguna manera, se relaciona con los procesos que acercan estrechamente a la consecución de los resultados deportivos deseados. La actuación de un dirigente deportivo generalmente puede proyectarse en el comportamiento de los deportistas dentro del campo de juego como un acto reflejo de un valor aprendido. La pregunta que me parece pertinente es: ¿en la administración deportiva actual del país, qué tipo de valores fueron aprendidos? Y también ¿qué tipo de prácticas éticas están aplicando en sus responsabilidades directivas?
La actuación de dirigentes deportivos que se alejan de comportamientos moralmente deseables, son definitivamente un reflejo de un grupo particular localizable de personas desechables para la sociedad. Es además, urgente responsabilidad de la comunidad deportiva señalar y rechazar esos comportamientos hasta vencerlos.
Todos los mexicanos estamos hasta la médula (por decirlo suave) de la irresponsabilidad y la indolencia de dirigentes deportivos inhábiles, inexpertos e insuficientes para la alta y distinguida responsabilidad de ubicar al deporte en su debido lugar dentro de la sociedad mexicana.
Entonces, si apelamos a la moral que repetidamente nos propone el actual gobierno, y lo asumimos como guía y fundamento ético a partir de la cual todos podamos estar en acuerdo social, el paso que sigue es repeler y desechar a personas que se alejen de ese gran consenso colectivo.
No queremos en México dirigentes deportivos improvisados, impuestos, ineptos, inmorales, incapaces e ineficientes, basta ya de eso.
Ya que el presidente de la república plantea una transformación del país y del comportamiento de los servidores públicos, propongo que asumamos como propio esos principios.
Por consiguiente, hablemos del México de compromisos básicos: a) no mentir, b) no robar y c) no traicionar al pueblo. La actual administración del deporte ¿nos ha mentido?, ¿ha robado? ¿traicionó al pueblo?
Tenemos derecho y obligación como ciudadanos a enaltecer esos compromisos presidenciales y llamar a cuentas a los responsables del deporte en México.
Los principios morales fundamentales planteados por el presidente en sus compromisos de gobierno son buenas razones para rechazar las operaciones de “ganar” a cualquier precio que nos quiere imponer con sus acciones la directora de la CONADE. La servidora pública no atiende por igual a los deportistas ni a los deportes, no cumple con sus reponsabilidad básica de presentar el Plan Nacional del Deporte, no supervisa las actuaciones de sus subalternos, no rinde cuentas frente a la sociedad.
Además, la sociedad mexicana cuenta con la gran fuerza normativa de su mandato electoral en las pasadas elecciones presidenciales, es suficiente argumento para rechazar las violaciones de las leyes de los servidores públicos.
Las indagatorias y las evaluaciones exhaustivas de la gestión de Ana Gabriela Guevara son responsabilidad de la Secretaría de la Función Pública. Y de acuerdo a los primeros resultados, la gestión deportiva de esta servidora pública no es moralmente defendible.
El deporte no permite la trampa y asimismo, la comunidad deportiva mexicana no acepta el encumbramiento de alguien moralmente falso.
Me dirijo a la servidora pública: Ana, tuviste la gran oportunidad de honrar a la mujer deportista y líder en un país altamente machista; también estaba honrar al desarrollo del deporte olvidado; y qué decir del compromiso de la transformación moral del servicio público.
¡ASÍ NO ANA!, ¡ASÍ NO!
Ernesto Palacios
ernestopalacios99@yahoo.com.mx
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Comunicólogo de formación. Graduado por la Faculta de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Con Maestría en Ciencias del Deporte ENED – SEP. Especializado en Administración del deporte en Universidad en México por más de 25 años. Estudioso de los procesos sociales y culturales del deporte mexicano. Con experiencia práctica como jugador y entrenador internacional.