Por José Ortega
“Tropas británicas de los Húsares de Northumberland, Séptima División, de infantería y tropas alemanas se encuentran en tierra de nadie durante la tregua no oficial de 1914”
Era diciembre de 1914 y apenas transcurridos los primeros meses desde el inicio de la Primera Guerra Mundial, alemanes y aliados batallaban en los frentes de Bélgica y Francia. Desde sus trincheras anegadas, los soldados del imperio alemán y las tropas británicas intercambiaban disparos sobre una franja de tierra de nadie en la que camaradas heridos y muertos yacían esparcidos. Pero al llegar la Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental los alemanes colocaron árboles iluminados en los parapetos de las trincheras y los aliados se les unieron en un alto el fuego espontáneo.
La tregua «surgió entre la tropa» pese a los edictos «anticonfraternización». Tras vocear promesas como «Tú no disparar, nosotros no disparar», algunos de los hasta entonces enemigos se deleitaron mutuamente cantando villancicos que sustituirán al silbido de las balas. Otros salieron de las trincheras para estrecharse la mano y fumarse un cigarrillo juntos. Muchos acordaron que la tregua seguiría en vigor el día de Navidad, para poder verse de nuevo y enterrar a los muertos. Cada bando ayudó al contrario a cavar tumbas y celebrar ceremonias en memoria de los caídos, incluso en una de ellas un capellán escocés hizo una lectura bilingüe de un salmo. Los soldados intercambiaron comida y regalos que les habían enviado desde sus casas, y botones del uniforme para guardarlos de recuerdo, y jugaron a futbol.
«Nadie quería seguir con la guerra». Pero los superiores sí, y amenazaron con castigar a quien desobedeciese. Con el año nuevo ambos bandos «reanudaron su actividad». Pero en sus cartas y diarios los soldados reflejaron el grato recuerdo de la tregua: «Qué maravilloso –escribió un combatiente alemán–, y qué extraño al mismo tiempo».
Soldados que se habían estado matando entre sí por decenas de miles durante meses, salieron de sus trincheras empapadas para buscar un resquicio de humanidad entre horrores de la Primera Guerra Mundial. En los Campos Flandes, a través de la divisoria entre trincheras una tregua espontánea devolvió durante unas horas el espíritu humano a los combatientes.
Tropas británicas de los Húsares de Northumberland, Séptima División, de infantería y tropas alemanas se encuentran en tierra de nadie durante la tregua no oficial de 1914. Una de las “latas de navidad” con que la princesa María del Reino Unido obsequió en 1914 a los soldados en el frente contenía un paquete de cigarrillos, una tarjeta de Navidad y una foto de la princesa.
Un artículo de prensa de 1914 reporta los partidos de futbol disputados durante la tregua del 24 de diciembre de 1914. Las treguas se repitieron en años consecutivos pese a las reticencias de los mandos superiores de ambos bandos.
Una escultura conmemorativa de la Tregua de Navidad del 24 de diciembre de 1914, durante la Primera Guerra Mundial, se exhibe en la recepción del Estadio Britannia. La escultura del artista Andy Edwards de Stoke, titulada “All Together Now”, muestra a dos soldados, uno británico, otro alemán, saludándose a su lado con un balón de futbol.