El Caso de Sarah Voss; la lucha contra la sexualización en el deporte.

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Por Martín Velazquez Ugalde

Estamos en el pasado Campeonato Europeo de Gimnasia Artística, celebrado en Basilea, Suiza, en abril pasado donde la Gimnasta Sarah Voss y sus dos compañeras de competencia, con la debida autorización de la Asociación Alemana de Gimnasia (DTB) se presentaron al evento vistiendo mallones largos en lugar del tradicional uniforme de gimnasia que deja descubiertas las piernas.

Esta protesta fue muy aplaudida en el mundo de la gimnasia y en otros ámbitos por ser una acción asertiva para lograr poner en la mira a la cosificación de la mujer y la sexualización del deporte, que afecta a muchas mujeres deportistas en el mundo, inclusive sin saberlo.

Y es que en efecto la gimnasia, en su estructura valora la fuerza, coordinación, gracia, elegancia, fluidez, elasticidad, armonía y calidad en el movimiento de sus extraordinarios atletas; busca la perfección de los movimientos, pero muchas veces busca también la perfección en los atletas mismos, desde unos cánones establecidos donde ciertas características son más importantes que otras y donde se asignan ciertas características esperadas a cada género.

Así se espera que desde muy jóvenes las gimnastas se adapten al uso de estos uniformes con el pretexto que permiten una gran amplitud de movimiento pero que al pasar por la pubertad pueden generar incomodidad y que terminan siendo utilizados para sexualizar a las atletas en leotardos que dejan ver los glúteos durante la competencia, mientras que por lo general los entrenamientos se realizan en mallones largos.

En su cuenta de Instagram, Voss escribió: “como parte del equipo nacional alemán, también somos un modelo a seguir para muchas atletas más jóvenes. Nos gustaría mostrarles cómo pueden presentarse estéticamente con un estilo diferente de ropa y sin sentirse incómodas”. Ella espera que esta acción inspire a otras deportistas que se sienten incómodas con el leotardo que usan normalmente, refiere que muchas gimnastas le han escrito para aplaudir su decisión que demuestra que “puedes sentirte bien y lucir de manera muy estética”

De acuerdo al Reglamento para las competencias de gimnasia, el atuendo estándar de las atletas femeninas es un leotardo, aunque también se permiten prendas largas, de media manga y sin mangas. El hecho de que se priorice el uso de los leotardos por sobre los mallones es un asunto que se ha normalizado en la gimnasia durante décadas, lo que hizo que la acción del equipo alemán fuera catalogada como revolucionaria, en realidad dio la vuelta al mundo.

En entrevista para los medios alemanes dijo: “Todas las mujeres queremos sentirnos bien en nuestra piel. En el deporte de la gimnasia es cada vez más difícil a medida que se va creciendo”, “De pequeña no veía los trajes de gimnasia ajustados como un gran problema. Pero cuando empezó la pubertad, cuando llegó mi periodo, empecé a sentirme cada vez más incómoda”. 

La transformación del leotardo en la gimnasia femenina viene de la mano de los medios audiovisuales; la televisión y el internet, además se apuntala con la inmensa cantidad de material gráfico impreso y digital que aprovecha los cuerpos atléticos para vender el producto al gran público, que como se sabe no entiende mucho de deporte, pero que se asombra con el desempeño de las atletas y el atractivo de sus figuras.

Esto no es sólo privativo de la gimnasia: dentro del deporte existen muchos casos donde los atuendos difieren significativamente entre las dos ramas, y no por razones técnicas.

Es claro que con el paso del tiempo y la aplicación de nuevas tecnologías el atuendo deportivo ha evolucionado para permitir mejorar el rendimiento, el tipo de material, su elasticidad, resistencia, comportamiento al sudar, capacidad de mantener su forma y resistencia a las fuerzas a las que se ve sometido han modificado la apariencia de las y los atletas, pero es innegable que la cultura y la asignación que esta le da al rol de género han jugado también su papel.

De manera que lo que hoy nos preguntamos es: ¿Hasta qué punto las características de un uniforme deportivo obedecen a especificaciones deportivas eminentemente y a hasta cual a una cultura sexista y de cosificación de las atletas como objetos de deseo sexual, haciendo particular énfasis en las mujeres como objetivo y portadoras de este mensaje?.

En deportes como la natación la prioridad es alcanzar metas de tiempo y distancia, por ello la resultante hasta 1990 fue más piel menos tela, hasta la aparición de materiales que hacen menos resistencia al agua que la piel humana, por lo cual ahora la consigna es mucho menos piel, de preferencia nada.

En deportes como el atletismo, cuyo afán es llegar más rápido, más alto o ser más fuerte, la tendencia parece equiparar mucho el vestuario de los atletas que se fue reduciendo en tamaño y peso y se fue pegando al cuerpo con el paso del tiempo, pero en las mujeres siguió reduciéndose en la parte posterior y dándose prioridad a ropa de dos piezas, mientras que en los hombres son más comunes los de cuerpo entero.

En deportes de conjunto, aunque las características externas, el requerimiento físico y las zonas a cubrir sean básicamente las mismas, en caso de los hombres el pantalón corto y la casaca, ya sea de manga corta, larga o sin ella son una constante, lo que ha variado con el tiempo es la longitud y anchura de las prendas,(por ejemplo en el baloncesto llegó un momento que la NBA tuvo que reglamentar la necesidad de usar el pantalón corto no más de una pulgada debajo de la rodilla) aunque la tendencia actual del pantaloncillo parece estar en el medio muslo y el ajuste ceñido, sin embargo en el caso de las mujeres hay algunos deportes como el voleibol que hacen diferencias sustanciales obligando a las mujeres a mostrar mas piel o estar más ceñidas.

La gimnasia ha hecho esto por años, permitiendo a los gimnastas masculinos el uso de pantalonetas largas o pantaloncillos cortos para sus demostraciones, mientras que el leotardo femenino fue progresivamente disminuyendo su tamaño y aumentando en elasticidad y en la altura de la cadera, integrando esta tendencia a su ADN y normalizando la diferencia entre varones y mujeres, de manera que muchos de los integrantes de esa comunidad, entrenadores, jueces, y atletas lo ven muy normal. Si a esto se suma el caso en meses pasados del equipo olímpico de gimnasia de Estados Unidos donde hubo casos de abuso sexual y la reciente publicación del libro de Nadia Comanecci, donde revela el abuso físico que recibió durante su entrenamiento en la selección Rumana de Gimnasia antes de obtener el 10 perfecto, creo que es muy importante darle el crédito que merecen las gimnastas de Alemania.

Al final de cuentas el asunto parece que no se trata de cual deporte requiere que equipamiento, sino que existe una visión normalizada de la sexualización del atleta que está teniendo preponderancia en la definición de los uniformes oficiales para competir, el reclamo de las competidoras alemanas lo encarna Sarah Voss cuando consigue la anuencia de la asociación de gimnasia alemana, sin incurrir en una falta a las reglas y haciendo llegar su mensaje al mundo, esto nos dice que cada vez más las atletas son conscientes de la importancia que su imagen tiene entre los y las jóvenes del mundo y están dispuestas a hacer algo para ser un factor de cambio en la sociedad y la forma de percibirse y reconocer su valor.

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