
Tres claves para ganar más medallas
Por Geoffrey Recoder
Hace unos días, en una charla de café con colegas del deporte —esos que han sudado en la pista, el tatami, el gimnasio, se han formado en la academia y hoy dirigen, planifican o simplemente observan con ojo crítico el sistema— surgió una pregunta: ¿cómo elevar, de forma efectiva y en el corto plazo, el número de medallas de un organismo que forma parte del Sistema Nacional de Cultura Física y Deporte, y que participa en la Olimpiada Nacional Infantil y Juvenil? No era una duda nueva, pero en ese momento sí urgente. Esta charla de cafe se convirtió en una tormenta de ideas valiosísimas.
Mientras el aroma del café se colaba entre los argumentos y las tazas vacías marcaban la intensidad del debate, llegamos a la conclusion de que no se trata solamente de invertir más o tener mejores instalaciones, independientemente de la realización del diagnostico profesional correspondiente. Lo que realmente hace la diferencia es contar con una estrategia clara, sólida, segmentada y profundamente humana. Me propuse ordenar esas ideas y compartirlas con ustedes, porque creo firmemente que pueden marcar una ruta eficaz para cualquier institución deportiva que quiera aumentar sus resultados competitivos sin perder de vista la formación integral.
Primero: fortalecer lo que ya funciona.
La base más rápida para crecer está en aquello que ya está dando resultados. Hay disciplinas en las que algunos organismos tienen tradición, estructura, entrenadores con experiencia y una generación joven que ya da señales de potencial. A ese bloque hay que consolidarlo con núcleos técnicos regionales, con entrenadores bien capacitados y pagados con justicia, con programas que acompañen al atleta desde sus primeros pasos hasta las categorías juveniles mayores. El objetivo a corto plazo —cinco, diez medallas— no es descabellado si se trabaja con un modelo metodológico que se enfoque en la preparación física, técnica, táctica y psicológica. Aquí, la palabra clave es seguimiento. Sin él, cualquier semilla se marchita antes de florecer.
Segundo: pensar en el volumen, pero con visión.
El siguiente paso es estratégico: aprovechar al máximo la infraestructura ya disponible y alinearla con deportes que ofrecen muchas pruebas y, por tanto, muchas medallas. No se trata de inflar el calendario ni de diversificar por moda, sino de identificar aquellas disciplinas con alta densidad competitiva donde se pueden montar procesos sólidos. Esto exige un diagnóstico serio, no improvisado. Saber qué se tiene, dónde se tiene, y para qué puede servir. Desde allí, crear polos de desarrollo integral, con áreas médicas y de apoyo técnico científico. No menos importante: contratar entrenadores especializados por deporte y región, gente con vocación y preparación, a la que se le reconozca con incentivos económicos reales. Esta línea de acción tiene metas ambiciosas: miles de deportistas en procesos formativos, cientos compitiendo cada año y una cosecha que puede ir creciendo hasta alcanzar cincuenta medallas nacionales. Suena ambicioso, pero es viable con una estructura pensada a mediano plazo.
Tercero: vincular con inteligencia.
El deporte institucional no puede vivir aislado. Existen atletas en clubes, federaciones, asociaciones y escuelas que ya están en proceso de formación o incluso consolidados, y que estarían dispuestos a representar a otra entidad si se les ofrece una propuesta digna. Aquí entra en juego la diplomacia deportiva: firmar convenios con federaciones, abrir las puertas de instalaciones, facilitar entrenamientos, garantizar representación oficial y, sobre todo, ofrecer seguridad y estímulos económicos en el proceso. No se trata de “comprar medallas”, como a veces se malinterpreta, sino de sumar talentos que ya están en ruta y que pueden reforzar las metas del organismo sin desarraigarlos de su trayectoria. Estimo que con una buena estrategia de vinculación podrían sumarse al menos cincuenta atletas en el corto plazo, con un potencial real de generar decenas de medallas por año. El deporte moderno es cooperación, no competencia institucional.
En todos los casos, los incentivos cuentan.
Entrenadores mal pagados o sin estímulos se van. Atletas sin becas o sin apoyo terminan abandonando antes de tiempo. Por eso, en cualquier estrategia seria deben incluirse estímulos económicos proporcionales al logro, reconocimientos públicos y facilidades para que los atletas sigan estudiando o desarrollándose en otros ámbitos. A veces, una medalla cuesta menos en recursos de lo que cuesta en compromiso. Pero si se alinean los objetivos personales con los institucionales, el resultado se multiplica.
Aquella charla de café no terminó con una solución mágica, pero sí con la certeza de que hay rutas claras. Y que si uno tiene la oportunidad —aunque sea de manera anónima — de contribuir a mejorar el deporte nacional, debe hacerlo. Porque las medallas no solo se ganan en la pista, el tatami o la alberca. También se construyen en la conversación, en el análisis y en la planificación responsable.
Hoy comparto estas reflexiones con la esperanza de que sirvan como punto de partida. Porque el talento existe, la infraestructura existe, la necesidad existe… y lo único que falta a veces es una buena taza de café para ordenar las ideas y ponerlas a rodar.
EL DEPORTE NO DESCANSA
Alfonso Geoffrey Recoder Renteral

Especialista en Gestión, Dirección y Administración en Cultura Física y Deporte. Doctor Honoris Causa. Posdoctorando en Derecho. Doctor en Ciencias de la Educación. Doctorante en Administración y Política Pública. Maestro en Gestión de Entidades Deportivas. Maestro en Administración. Maestro en Ciencias de la Educación con especialización en Gestión de Estudios Superiores. Maestrante en Ciencias del Deporte. Maestrante en Metodología del Entrenamiento Deportivo. Maestrante en Periodismo y Comunicación Deportiva. Licenciado en Educación Física. Licenciado en Derecho. Cursó el Seminario Sports Visitor Program: Enhancing the Paralympic Movement, United States Olympic & Paralympic Committee, Colorado Springs, USA. Cursó el Seminario Técnico–Metodológico para Directivos del Deporte de Alto Rendimiento en la Universidad de la Cultura Física y Deporte “Manuel Fajardo”, Cuba. Cursó el Seminario en Gestión de Entidades Deportivas en la Escuela Universitaria del Real Madrid, España. Cursó el Diplomado en Alta Dirección en el Deporte, por la Confederación Deportiva Mexicana.
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