julio 25, 2025

El Deporte No Descansa

Verdadero Análisis Deportivo

Por Javier Martínez

18/06/2025

El deporte, en su esencia, simboliza la unión. A través de la competencia, valores como el trabajo en equipo, el respeto y la superación personal se entrelazan para construir comunidades más fuertes. Sin embargo, la historia de las organizaciones deportivas, tanto amateurs como profesionales, está marcada por un patrón recurrente: la división. Desde las grandes ligas internacionales hasta las estructuras locales, las separaciones han moldeado el panorama deportivo, y México no es la excepción. Este fenómeno, que culmina en eventos como la reciente división del Consejo Nacional del Deporte de la Educación (CONDDE), refleja una tendencia social más amplia: parece que, como sociedad, buscamos la división. Este ensayo de manera breve explora las divisiones de algunas organizaciones deportivas, sus causas y consecuencias, manteniendo una perspectiva equilibrada que reconoce la complejidad del tema sin señalar culpables, sino invitando a la reflexión colectiva.

Las divisiones en el deporte: un fenómeno global y local.

Las organizaciones deportivas, sean profesionales o amateurs, funcionan como microcosmos de la sociedad. En ellas convergen intereses económicos, políticos, culturales y sociales que, aunque buscan un objetivo común —la promoción del deporte—, a menudo chocan. A nivel global, las divisiones son evidentes. En el fútbol, por ejemplo, la creación de la Superliga Europea en 2021 intentó romper con la estructura tradicional de la UEFA, generando una fractura entre clubes ricos y las federaciones establecidas. Aunque el proyecto colapsó rápidamente, dejó claras las tensiones entre el poder económico y los valores tradicionales del deporte.

En México, las divisiones también han sido una constante. En el fútbol profesional, la Liga MX ha enfrentado conflictos internos, como la creación de la Liga de Ascenso (hoy Liga de Expansión MX), que buscaba equilibrar la competencia, pero generó debates sobre la exclusión de clubes con menos recursos. En el ámbito amateur, las asociaciones deportivas nacionales, que regulan disciplinas como el atletismo o la natación, han experimentado cismas debido a disputas por el control, la distribución de recursos o diferencias en la visión de desarrollo deportivo. Estas divisiones no son exclusivas del ámbito profesional; en el deporte estudiantil, donde los valores formativos deberían prevalecer, también han surgido fracturas significativas.

El caso del CONDDE: una división que duele

El Consejo Nacional del Deporte de la Educación (CONDDE), encargado de organizar y promover el deporte universitario en México, es un ejemplo reciente y doloroso de esta tendencia a la división. Fundado con la misión de fomentar la competencia sana y el desarrollo integral de los estudiantes, el CONDDE ha sido un pilar del deporte amateur en el país. Sin embargo, en los últimos años, diferencias internas han llevado a una ruptura significativa. Aunque los detalles específicos de la división varían según las fuentes, el conflicto gira en torno a cuestiones de liderazgo, manejo de recursos y criterios para la organización de eventos como la Universiada Nacional.

La división del CONDDE no es solo un problema administrativo; tiene un impacto directo en los estudiantes-deportistas, quienes ven afectadas sus oportunidades de competencia y desarrollo. Universidades que antes competían bajo un mismo estandarte ahora se encuentran alineadas en bandos opuestos, fragmentando el espíritu de comunidad que el deporte universitario debería cultivar. Esta situación refleja un problema más profundo: la incapacidad de priorizar el bien común sobre intereses particulares.

Por qué nos dividimos

Las divisiones en las organizaciones deportivas no ocurren en el vacío; son el resultado de dinámicas sociales y estructurales. Entre las causas más comunes se encuentran:

1. Intereses económicos: En el deporte profesional, el dinero es un factor clave. La búsqueda de mayores ingresos a través de derechos de transmisión, patrocinios o taquillas conlleva conflictos entre clubes, ligas y federaciones. En el ámbito amateur, la distribución de recursos públicos o privados también genera tensiones.

2. Diferencias de visión: No todos los involucrados en una organización deportiva comparten la misma idea de cómo debe desarrollarse el deporte. Algunos priorizan la formación de atletas, otros la competitividad, y otros la rentabilidad. Estas discrepancias pueden escalar hasta generar rupturas irreconciliables.

3. Luchas de poder:  El control de una organización deportiva conlleva prestigio y autoridad. Las disputas por el liderazgo, ya sea en una federación, en la Organización Nacional Estudiantil de Fútbol Americano (ONEFA), un club o un consejo como el CONDDE, son una causa frecuente de división.  

4. Falta de diálogo y transparencia: Cuando las decisiones se toman sin consenso o claridad, se siembra la desconfianza. Esto es particularmente evidente en organizaciones amateurs, donde la falta de profesionalización administrativa puede agravar los conflictos.

Estas causas no son exclusivas del deporte; son reflejos de una sociedad que, en muchos ámbitos, parece inclinada hacia la polarización. En política, religión o incluso en comunidades locales, la tendencia a formar bandos y defender posiciones irreconciliables es cada vez más visible. El deporte, que debería ser un espacio de unión, no está exento de esta dinámica.

Las consecuencias de la división

Las divisiones en las organizaciones deportivas tienen efectos profundos y duraderos. En el ámbito profesional, pueden debilitar la competitividad de una liga o federación, alejar a los aficionados y reducir el impacto cultural del deporte. En el ámbito amateur, las consecuencias son aún más graves. La fragmentación de estructuras como el CONDDE limita las oportunidades para los jóvenes atletas, quienes dependen de estas plataformas para desarrollarse no solo como deportistas, sino como personas.

Además, las divisiones perpetúan un ciclo de desconfianza. Cada ruptura deja heridas que dificultan la colaboración futura, creando un entorno donde el diálogo se vuelve más difícil y los intereses individuales prevalecen sobre los colectivos. Como sociedad, este patrón nos aleja de los valores que el deporte debe promover: solidaridad, respeto y trabajo en equipo.

Hacia una reflexión colectiva

A pesar de este panorama, la división no es un destino inevitable. El deporte tiene el poder de unir, y existen ejemplos inspiradores de organizaciones que han superado conflictos a través del diálogo y la búsqueda de objetivos comunes. En México, la reconciliación en el CONDDE, aunque desafiante, es posible si las partes involucradas priorizan el bienestar de los estudiantes-deportistas. Esto requiere transparencia, voluntad de negociación y un compromiso genuino con los valores del deporte.

Como sociedad, debemos preguntarnos: ¿por qué nos inclinamos hacia la división? ¿Qué podemos hacer para fomentar la unidad en nuestras comunidades, incluidas las deportivas? La respuesta no es sencilla, pero comienza con pequeños pasos: escuchar al otro, buscar puntos en común y recordar que el deporte, en su mejor forma, es u lenguaje universal que trasciende diferencias.

Finalmente

“Otra vez divididos…” no es solo el lamento por una ruptura en el CONDDE o en cualquier otra organización deportiva; es una reflexión sobre nuestra tendencia como sociedad a fragmentarnos. El deporte, con su capacidad para inspirar y unir, nos ofrece una oportunidad única para revertir esta dinámica. En lugar de buscar culpables, debemos enfocarnos en construir puentes. Porque, al final, el verdadero triunfo no está en ganar una competencia, sino en hacerlo juntos.

Teodoro Javier Martínez Torres

Destacado conocedor del deporte, cuya formación obtuvo en la YMCA, UNAM y diversas instituciones. Posee una Maestría en Actividad Física, Entrenamiento y Gestión Deportiva. Su trayectoria en la Universidad Anáhuac México incluye roles como Director de Deportes y Fundador y Director de la Escuela de Ciencias del Deporte. Ha sido Presidente de la CONADEIP y Coordinador de la Región 6 del CONDDE, Comisionado Nacional Técnico de Tenis, representando a México en múltiples Universiadas Mundiales. Desde 2020, colabora en la Universidad Anáhuac Cancún, donde fundó la Escuela Internacional del Deporte y se desempeña como Delegado del Deporte.