Por Daniel Aceves Villagrán
Desnutrición, significa la pérdida de reservas o debilitación de un organismo por recibir poca o mala alimentación y, transitando más allá de lo fisiológico, también, se valoran las necesidades emocionales.
Envueltos en un realidad pandémica por el covid-19 tenemos que reflexionar y hablar en términos de salud, no sólo nos ubica en el simple estado fisiológico, que incluye el comer y dar de comer a nuestros hijos alimentos correctos, atendiendo a que una buena nutrición tendrá un impacto duradero tanto en la salud física, como en la emocional, pero como sociedad, la doctora Milán Hollister, subraya la generación de una tendencia más devastadora, dejar que nuestros hijos carezcan en sus necesidades emocionales, la desnutrición emocional desde niños puede llevar a dificultades en la vida, por ejemplo, tener una menor capacidad de resiliencia para soportar el estrés, problemas de relación con los demás, baja autoestima, dificultades en la vida escolar, consumo de drogas y alcohol o problemas académicos, entre otros, por lo que el origen puede ser el no alimentar, nutrir, ni fomentar la inteligencia emocional.
La sociedad poscovid enfrentará problemas emocionales por lo inédito de las vivencias en donde problemas económicos, sanitarios, sociales y de comportamiento violento se entretejen para sabernos vulnerables, necesitando constantes modelos de conducta para dar respuesta a lo que más nos hace falta; reflejamos reacciones y actitudes que observamos en los medios de comunicación y centralmente en las redes sociales, provocando un vacío emocional que puede ser parte de nuestra historia personal en la infancia y adolescencia, básicamente se viven momentos de soledad, aunque estemos conectados y acompañados.
El confinamiento social, el regreso virtual a clases y la falta de contacto personal incrementan severamente diversas debilidades que pueden llevar a esta generación, ya como adultos, a tener conceptos negativos de sí mismos y una necesidad y dependencia excesiva de atención y aprobación de los demás, factores predisponentes a un sentimiento de carencias y de múltiples miedos a lo que dirán los demás, a estar a solas, a la ansiedad y angustia; este vacío emocional también se refleja en la incapacidad para tomar decisiones y una dependencia hacia la figura materna o la pareja, otra versión que se pudiera sumar a estas psicopatías es que en la edad adulta hay trastornos de ansiedad, inestabilidad emocional, perdida de empatía y una larga secuencia de problemáticas.
No obstante, ante esta incidencia de salud pública deberán de generarse políticas públicas, como las que promueve la Organización Mundial de la Salud para atender preventiva y correctivamente los riesgos de salud mental, ya que con base en estadísticas a nivel mundial cada cuarenta segundos alguien intenta suicidarse y por cada persona que lo hace veinte lo intentaron, los primeros auxilios sicológicos deberán canalizar la atención médica para conformar un plan de seguridad y hallar sentido a la vida tal y como lo realiza la Organización Confianza e Impulso Ciudadano.
Esencial
Daniel Aceves Villagran
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