Por Daniel Aceves
“Lo que no dice tu boca, lo dice tu cuerpo”, los seres humanos somos, entre muchas otras cosas, emociones, sin ellas, no podríamos adaptarnos a nuestro entorno para desarrollar procesos de adaptación en donde se invierten recursos psicológicos. En la historia de la humanidad, una de las revoluciones más importantes, además de la que se refiere a la agricultura y a la industrialización, es, sin duda, la tocante al desarrollo cognitivo, ya que hemos sido dotados, como seres humanos, de la emoción y, en ocasiones, las civilizaciones más avanzadas han tenido como guía las emociones, que a veces han sido desbordadas por las exigencias del entorno.
De acuerdo con diversos estudios, las emociones se dividen en positivas y negativas, así que cuando se trata de controlarlas debiésemos de entrenarnos para realizar una dominación, sobre todo generando el reprimir emociones que no favorecen la salud mental.
De acuerdo con diversas definiciones, la gestión emocional, , que infiere la capacidad de manejar apropiadamente nuestras emociones, es la habilidad de identificar, comprender y regular los sentimientos de manera conciente para evitar que nos dominen. Con base en la bibliografía del CEUPE Magazine (Centro Europeo de Postgrado), los beneficios de poder tener esta herramienta tenderían a aumentar la autoconciencia, controlar los comportamientos impulsivos, fomentar la empatía hacia los demás, reducir conflictos familiares, fortalecer las relaciones interpersonales, reducir el estrés, mejorar la toma de decisiones, desarrollar resiliencia ante la adversidad, incrementar la autoestima, disminuir el riesgo de problemas de salud relacionados con el estrés, manejar la ansiedad de manera efectiva, desarrollar habilidades de resolución de conflictos, promover un estado de ánimo más positivo y aumentar la sensación de bienestar general y, en este contexto, las fases de una gestión emocional pasan por reconocimiento; que significa identificar la emoción que se experimenta al conversar consigo mismo, es decir, aceptación.
En el entendido de que todas las emociones son normales, como detención, que es no reaccionar impulsivamente y tomar las medidas y/o técnicas para calmar la respuesta emocional inicial; análisis, cuando se pregunta por qué se experimenta esa sensación y, tratando de entender el contexto y las causas, se gana una perspectiva más concreta de la situación; regulación, ya que hemos comprendido más las emociones, podemos pasar a aplicar técnicas que puedan cambiar nuestras emociones.
En un mundo pospandémico del covid-19, la salud mental es tan importante como la salud física, la ansiedad, depresión y diversos malestares de origen psicosomático que han generado, a nivel local y global, un problema de salud pública, las alteraciones de ánimo producidas en nuestro entorno y, por necesidades afectivas y materiales, requieren de un apropiado manejo para autogestionarnos y contar con las habilidades para la toma de conciencia, donde un elemento importante deberá ser el autoconocimiento que permita una comprensión de estrategias para armonizar desde el plano individual, familiar y social; habrá que detectar aquellos temas que pueden ser sujetos al alcance personal y los que estén en un contexto diferente, enfocado al momento presente y en uno mismo.
Compartir con otras personas nuestras emociones es un factor que ayuda a drenar las angustias y preocupaciones de aquellos temores de diversa índole que nos hacen sufrir, y el manejo asertivo nos permite trabajar en la educación emocional, en donde la práctica de deportes, aficiones y alternativas saludables darán la posibilidad de autogestionarnos para enfrentar algo tan humano como son nuestras emociones.