EL CUERPO Y EL ALMA HACIA LA NUEVA NORMALIDAD
07 de julio del 2020
Poco a poco vamos avanzando hacia lo que se ha llamado nueva normalidad. Aunque no ha quedado del todo claro en qué consistirá nuestra nueva cotidianidad normal (lo que ya no la hace entonces, normal en sí misma; sino novedosa y por ende, incierta). Lo cierto es que en este tiempo de pausa mundial, más de 100 días, muy cerca ya de los 4 meses; los seres humanos estamos viviendo un momento de transición, duelo y adaptación. Esta última palabra, nos lleva entonces al creador de una de las teorías científicas más influyentes de la historia moderna: Charles Darwin. A partir de El origen de las especies este científico inició una renovación de la perspectiva sobre la humanidad. Sobre su obra, tan tergiversada como incomprendida y poco consultada, pueden encontrarse ediciones muy variopintas. Desde las más accesibles (como la que ha emprendido la librería más grande de México), hasta las más exquisitas, (de entre mis favoritas, la híper-conocida de Barcelona que yergue su nombre en catalán). ¿Por qué evocar una perspectiva teórica tan intrincada incompleja justo ahora, con la Ciudad de México en semáforo naranja? Justo porque así exactamente es, y será, nuestra realidad a la que tendremos que irnos adaptando gradualmente. Esta adaptación, tendrá que ser acorde con las nuevas circunstancias. El deporte, tema nodal de esta columna, es un punto de intersección claro y contundente sobre las vías por las que ha de fluir nuestro proceso de adaptación a los tiempos recios que estamos cruzando. Ahora bien, del mismo modo que los distintos pinzones se adaptaron con el transcurso de los años (muchos realmente, hablando de historia evolutiva) en las Islas Galápagos; el deportista que vive en cada hombre y en cada mujer de México, habrá de esculpir su pico atlético según lo exijan estas nuevas circunstancias.
Es un lugar común considerar al deportista de Alto Rendimiento como el prototipo humano mejor adaptado, como el más capaz y el más serio aspirante a una medalla. Este tópico da lugar a las más importantes líneas de investigación en Psicología del Deporte. Sin embargo, en este artículo quiero abordar el modus vivendi del mexicano común de todos los días que tras la Jornada Nacional de Sana Distancia y el gradual abandono del confinamiento según los semáforos epidemiológicos, irá incorporándose lo mejor posible a la vida que tenía antes de esta grave pandemia. Adaptarse, le llamaría Darwin.
El ser humano es por antonomasia social. Independientemente del carácter, temperamento y personalidad individual, es indiscutible que necesitamos de los otros como se necesita del agua fresca luego de una tarde estival. Esto reluce desde la más prístina infancia. Necesitamos más de la empatía y el apego que, inclusive, de la misma necesidad alimentaria (véanse los estudios sobre apego infantil y privación materna de Harlow & Bowlby). Cuando no se cuenta con el apoyo y la convivencia social, suelen presentarse graves e irreversibles trastornos del desarrollo como lo ejemplifica el más conocido caso, Victor deL´Aveyronque documentó en París, Philippe Pinel.
El deporte une a la sociedad. Es una actividad intrínsecamente colaborativa y prosocial desde la perspectiva más micro, uniendo familias, hasta la más macro, uniéndose todo México cada 4 años con la esperanza del quinto partido en la Copa Mundial de la FIFA. No es gratuito que la Organización de las Naciones Unidas considera, en el contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, que “el deporte contribuye cada vez más a hacer realidad el desarrollo y la paz promoviendo la tolerancia y el respeto, y que respalda también el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, las personas y las comunidades, así como los objetivos en materia de salud, educación e inclusión social”.
El deporte es, como pocas actividades humanas, un terreno fértil para la solidaridad, la cooperación y la adaptación ante condiciones tan adversas como las que ha traído el nuevo coronavirus.
En la Ciudad de México, podemos ver cómo muy gradualmente, los parques y deportivos públicos empiezan a atraer a practicantes de diversas disciplinas deportivas. Hay, en los más afortunados lugares, marcas en el suelo que recuerdan la sana distancia. Corredores y ciclistas comienzan a salir a las calles, algunos con caretas y cubrebocas, retomando sus hábitos cotidianos en cuanto a ejercicio se refiere. Por supuesto que estamos aún muy lejos de superar esta crisis sanitaria mundial. Sin embargo, la práctica deportiva es (incluso en las más adversas y sui géneris circunstancias que atravesamos) un aliciente insustituible para irnos incorporando, (adaptándonos) a la vida que nos espera tras la pandemia. Aunque esta adaptación tenga forma de cubrebocas y su escenario sean las medidas sanitarias, los seres humanos seguiremos encontrando la forma de salir avante de esta larga y tortuosa situación.
Por la armonía y el equilibrio humano…
#MenteSanaCuerpoSano.
#DeporteEsCultural.
#DeportivaMente.
ALEXIS RAZIEL VALDÉS RODRÍGUEZ
- Maestro en Apreciación y Creación Literaria por la Universidad IEU.
- Licenciado en Psicología con Mención Honorífica por la Facultad de Psicología de la UNAM.
- Académico y directivo en la UNAM.
- Cinta negra 2° Dan en Taekwondo.
- Líneas de investigación: Psicología del Deporte, Psicología de la Educación y del Desarrollo, Enseñanza y Filosofía de la Ciencia, Ciencias del Deporte, alfabetización científica, lecto-escritura, creación literaria y conocimiento de frontera.