Por Raúl Arizaga
Cuando nos referimos a un Entrenador Deportivo Profesional, regularmente nos imaginamos a un ex deportista, respetable, estudioso, experimentado estratega, o a un conocedor de la preparación física, técnica y táctica, pero en ocasiones no resulta ser así, ya que frecuentemente los puestos de entrenador son asignados al amigo, compadre, por palancas, o por cualquier otra cosa parecida a lo que le llamamos coloquialmente por “dedazo”, sin tomar en consideración la capacidad para desempeñar la complicada y fiel función del entrenador de una manera profesional, sea cual fuere el deporte, nivel o categoría del equipo.
A pesar de que los entrenadores tengan grandes capacidades o habilidades para conducir a un grupo de deportistas durante el entrenamiento o la competencia, las conductas de acosadores, violadores, “cansólogos”, gritones, regañones y toda esa cantidad de actitudes que se utilizan para aparentar o “apantallar”, es lo que permite afirmar que un Entrenador es No Profesional.
Cuando un entrenador solamente echa porras y grita, pero se desentiende del actuar táctico de los jugadores, dejando a los que tienen más capacidad que él mismo a llevar las riendas del equipo, también es una manifestación de un Entrenador No Profesional.
En otros casos, durante torneos o campeonatos se presentan entrenadores preguntándoles a los jugadores o jugadoras sus datos personales como teléfono, correo electrónico, domicilio, etc. argumentando que es para registrarlos porque podrían formar parte de una preselección estatal o nacional, en virtud de que son “pre seleccionadores”, sin tener la verdadera función o responsabilidad para hacer eso, sino que lo hacen con malas intenciones, por lo que es otra forma de mostrar que un Entrenador es No Profesional.
Cuando los entrenadores piden “mochada” o hacen propuestas indecorosas a jugadoras o jugadores, para garantizarles quedar en una selección, municipal, estatal o nacional, es una vulgar manera de mostrar que un Entrenador es No Profesional, y desafortunadamente sabemos que desde hace muchos años estas conductas son permitidas u ocultadas por los encargados de los equipos o colaboradores en selecciones desde municipales hasta selecciones nacionales.
El llamado “pirateo” de jugadoras y jugadores, es una manifestación de falta de capacidad de los responsables de los equipos, ya que necesitan recurrir a sobornos o engaños para lograr integrar equipos de mayor nivel. Se utilizan varios mecanismos o conductos, para “piratear”, pudiendo ser a través de jugadoras o jugadores amigos, a veces con los padres de éllos o mediante los dirigentes, ya que con su estéril trabajo no es posible que consigan desarrollar equipos a niveles superiores, por lo tanto, lo hacen y es otra manifestación de Entrenadores No Profesionales.
Hay ocasiones en las que los deportistas durante la competencia ignoran o tratan de hacer cosas diferentes a las instrucciones de los entrenadores, y no siempre es una mala actitud de los jugadores, ya que eso nos podría hacer pensar que permitirlo sería de Entrenadores No Profesionales, pero eso sucede a veces cuando son reacciones de jugadores “Estrellitas” que prefieren el lucimiento personal por encima del triunfo del equipo, pero las decisiones finales deben ser tomadas y ejecutadas por los jugadores, en función de la información importante desde un punto de vista Técnico/Táctico.
Cobrar un salario para realizar el papel de Entrenador o sencillamente por tener un nombramiento de un club, institución educativa, municipio, estado o país, no es suficiente para ser considerado profesional. Se requieren una cantidad enorme de características muy sencillas de cumplir para la mayoría de entrenadores, pero muy complicada para otros, sobre todo para aquellos que están acostumbrados a actuar indecentemente.
La principal forma para combatir estas acciones indeseables y perjudiciales para el deporte, es promoviendo una comunicación muy estrecha y franca entre los deportistas y los padres de familia, ya que a veces consideramos que por ser entrenadores “amigos” es suficiente para confiar en ellos y, no siempre es así. También sugiero que al percibir alguna conducta relacionada con lo antes referido, es recomendable recurrir a instancias o autoridades que puedan servir de apoyo y protección para cuidar a los verdaderos protagonistas del deporte que son los deportistas y no los entrenadores, ni los dirigentes quienes también se involucran en estas penosas situaciones.
Raúl Arizaga: El deporte descansando