Por Aimé Robles
Tomando un respiro, volver a lo básico…
La modernidad, el modelo económico que permea nuestro mundo nos ha llevado a un ritmo de vida donde la percepción de nuestro medio ha pasado a segundo término, donde el cuidado y la crianza de los hijos la dejamos en manos de las instituciones (guarderías y escuelas) y donde la espiritualidad del ser humano es casi nula. Pero surge una crisis y entonces nos obligan a parar, estar en casa, encontrarse con uno mismo y convivir con la familia.
Surge la pregunta ¿Qué hacer en casa? Si estas solo, trata de meditar y sacar tu inconformidad, respira y escúchate, que este alto en tu vida sea un punto de cambio para modificar tu vida o seguir por dónde ibas, pero de una manera más consciente. Si estas con la familia tomate el tiempo para platicar, comer juntos, jugar, cantar; dejemos por un momento nuestros dispositivos electrónicos que a veces nos alejan más de nuestros seres queridos. Es complicado porque nos los han vendido como una necesidad y ahora son un vició en muchos de nuestros jóvenes y en nosotros mismos. Este cambió no tiene que ser abrupto vayamos poco a poco, lo importante es ocupar esta pausa en nuestra vida para iniciarlo.
En el artículo anterior se mencionó que “si en los primeros años no existen estímulos sensoriales y motrices, las conexiones neuronales necesarias para hablar, leer o escribir estarán inmaduras y eso denotará diferencias entre edad cronológica y biológica en la edad escolar” pues este momento de “aislamiento” es nuestra oportunidad como madres y padres de familia de proporcionar todos esos estímulos a nuestros hijos, no sólo la tableta o los videojuegos, sino juegos básicos en dónde interactúen madres, padres e hijos, y al mismo tiempo propiciar un acercamiento emocional.
Las instituciones educativas han dado la indicación “de organizar actividades para continuar con la educación marcada en el programa”, y entonces nos preguntamos ¿qué actividades mandamos? Hay que ser realistas, y no es hacer por hacer o llenar por llenar hojas; volvamos a lo básico, o por lo menos en la escuela donde laboro, así se planteó. Se consideró que muchos padres de familia seguirían laborando; entonces se consideraron actividades de diálogo detonado por una pregunta, porque sabemos que las familias no dialogan y no saben cómo hacerlo (triste pero real), leer un cuento en voz alta, jugar juegos de mesa, juagar a las adivinanzas, poner música y bailar, cantar, ayudar en las labores de la casa (tender cama, doblar ropa, voltear calcetines, barrer, limpiar muebles, poner la mesa) puesto que ahora tendremos tiempo para hacerlo. Se mandaron situaciones vinculadas con los números y las letras (porque mamá y papá creen que es lo verdaderamente importante) pero lo que vemos los docentes es que volver a lo básico es indispensable y este punto de crisis es nuestra oportunidad.
Esta pandemia que hoy pone de cabeza al mundo, habrá de considerarla como una oportunidad de crecimiento y evolución, una oportunidad de hacer un alto, respirar y observar a nuestro alrededor. De repente estamos aislados en nuestros hogares, con nuestra familia; de quién desconocemos prácticamente muchas cosas; o estamos solos y entonces empiezan a salir todos nuestros miedos, empezamos a hacernos conscientes de nuestros pensamientos más profundos y entramos en crisis. Nos damos cuenta que muchas emociones empiezan a brotar, y es momento de escucharlas, sanar y crecer. Esta crisis nos debe de convertir en mejores seres humanos, ver hacia dentro de nosotros y voltear a ver al otro.
“En la disciplina del yoga, la respiración (pranayama) es el medio de conexión del macrocosmos con el microcosmos y viceversa. A través del pranayama los sistemas respiratorio y circulatorio son conducidos a un estado de armonía que propician la concentración y meditación…” B. K. S. Iyengar (2000) El árbol del yoga..
Aimé Fabiola Robles Castro
Maestra en Rehabilitación Neurológica. Maestra en yoga para niños. Licenciada en Educación Física.
