agosto 11, 2025

El Deporte No Descansa

Verdadero Análisis Deportivo

La paz mundial: un sueño y desafío del Movimiento Olímpico

Por César Pólit Ycaza ECU

La Carta Olímpica establece que es objetivo del Olimpismo “poner el deporte al servicio del desarrollo armonioso de la humanidad, con vistas a promover una sociedad pacífica y comprometida con la preservación de la dignidad humana”. Ello constituye un importante marco declarativo del Movimiento Olímpico a favor de la paz, no obstante, sigue pendiente un reconocimiento más aplicativo de ese objetivo, cuando el mundo exterior sigue amenazado y agredido por conflictos armados y sociales que afectan cada vez más la universalidad del deporte.

“Un ataque con drones y misiles rusos mata a ocho personas en Kiev”, titulaba uno de los servicios de noticias, apenas media hora después de la asunción en Suiza de la nueva presidente del COI, Kirsty Coventry. “Israel ataca la única iglesia católica de Gaza”, “Israel bombardea Irán”, “India ataca Pakistán”, son de los tantos titulares de los medios de comunicación que reseñan diariamente el estado de conflagración que vive el mundo y que ha traído consigo la pérdida de muchas vidas, y la destrucción de ciudades y comunidades.

La guerra en Ucrania, tras la invasión rusa que ya dura tres años, el despiadado bombardeo de Gaza por parte de Israel desde los ataques de Hamas del 7 de octubre o de la última amenaza nuclear planetaria desatada por los ataques militares de Estados Unidos e Israel contra Irán, en la denominada “guerra de los 12 días”, ha vuelto al mundo más violento e inestable. Los recientes bombardeos de Israel a Libia, los ataques terroristas de los huties que operan en Yemen, las tensiones entre la India y Pakistán, China y Taiwán, las dos Corea, han hecho que la paz se convierta en un sueño lejano y difícil de alcanzar.

Los apocalípticos recuerdos de las dos guerras mundiales y la xenofobia se han reavivado, llenando de pesadumbre y preocupación a la humanidad. La intolerancia es el signo de nuestro tiempo. Increíblemente, pocos líderes deciden quién vive, quién muere. La ONU ha sido desbordada, ya no es la garante de la paz mundial. El poder bélico dirime toda disputa y conquista de territorios. El Derecho Internacional es letra muerta. El genocidio es escondido detrás de eufemismos, que buscan no afectar la imagen de sus responsables y de sus aliados. La gran cantidad de muertos ni la hambruna de tanta gente importan.       

El COI, sin embargo, no ha permanecido indiferente ante esa dolorosa realidad.  Thomas Bach debió lidiar con la invasión de Rusia a Ucrania, y sancionar a Rusia y Bielorrusia por violar la Tregua Olímpica, aunque soslayó la masacre israelí a los gazatíes. Pudo usar el deporte como arma de su diplomacia por la paz, aunque quedó lejos de completar su tarea. A su sucesora le tocará enfrentar un mundo más intolerante y convulsionado, en el que los conflictos armados y sus derivaciones vienen atentando contra la vida y desarrollo de millones de personas, así como contra la sostenibilidad del Movimiento Su desafío es grande y, ante todo, irrenunciable.

Los bombardeos de Israel a Gaza y los intercambiados con Irán han puesto a ambos países en situación similar a la de Rusia y Bielorrusia. Una nueva intervención militar de Estados Unidos, como su operación “Midnigh Hammer” en Irán, podría acarrearle iguales consecuencias, poniendo en riesgo la realización de Los Ángeles 2028. El cese temporal de las confrontaciones con Irán disipa por el momento esas preocupaciones, aunque en Oriente Medio la paz siempre es volátil. Los Juegos Olímpicos no pueden seguir amenazados por la intolerancia y el belicismo.  La humanidad clama por una paz duradera.  

El incremento en el gasto militar acordado por la Unión Europea, hasta que sus países miembros lleguen al 5% de su PIB, reafirma que toda amenaza o agresión contra ellos será resuelta por su poderío militar. La existencia de países enfrentados en guerras no declaradas, que podrían desencadenar otras conflagraciones, son una gran alerta para el mundo civilizado. Ello preocupa y mucho, toda vez que la diplomacia ha sido desbordada por la intolerancia y la insensatez, y por el poder de las armas, bajo el auspicio y miradas cómplices de los países hegemónicos.  Así, un pacto civilizatorio resulta ser una utopía.

Inmersos en ese mundo de confrontaciones, debemos recordar la exhortativa de Thomas Bach durante la realización de los Juegos de Invierno de Sochi 2014: “A los líderes políticos les decimos: por favor comprendan cuáles son nuestras responsabilidades y cuáles son sus responsabilidades. Tengan el coraje de abordar sus desacuerdos en un diálogo político directo y pacífico y no a costa de los atletas.” Su potente mensaje aún resuena. Es hora, pues, de que los actuales líderes asuman sus obligaciones con entereza y responsabilidad, tal cual el deporte ha sabido asumir y cumplir las suyas. El deporte exige paz en el mundo.

No obstante su fuerza unificadora, le resulta cada vez más difícil al Olimpismo erigirse en un medio efectivo para lograr la paz mundial, pero no por ello dejará de intentarlo, comprometido como está con la existencia de una sociedad pacífica. Coubertin así lo advirtió: “En el mundo moderno, lleno de poderosas posibilidades que al mismo tiempo amenazan con peligrosas decadencias, el Olimpismo puede constituir una escuela de nobleza y pureza morales, tanto como de resistencia y energía físicas, a condición de que elevéis siempre vuestra idea del honor y del desinterés hasta la altura de vuestro vigor muscular.”

A lo largo de la historia, sus principios y valores han inspirado e influenciado muchos acontecimientos y cambios sociales. Y lo seguirán haciendo siempre, pues le pertenecen a la humanidad. El clamor por la paz mundial debe ser escuchado por todos los líderes mundiales, es el clamor de la humanidad. A todos ellos les corresponde colocarse del lado correcto de la historia y contribuir a la construcción de un nuevo Orden Mundial con rostro humano, orientado a la búsqueda de la paz y el desarrollo sostenible de todos los países.

En consecuencia, Los Ángeles 2028 deberán convertirse en los Juegos de la reconciliación mundial. La humanidad necesita seguir creyendo en el deporte como instrumento para la paz mundial y en el Olimpismo como una filosofía de vida que busca inspirar, cambiar vidas y traer esperanza, en el marco del respeto de los principios éticos universales. Sólo cuando la humanidad tenga paz, el Movimiento Olímpico la tendrá. Kirsty Coventry, desde su posición de liderazgo y fiel a su consigna de “liderar mediante la colaboración”, tiene el gran reto de contribuir a la paz mundial. Esa será su prueba de fuego.

Sin duda, el camino por recorrer es empinado e intimidante, porque como decía Cicerón: “cuando hablan las armas, callan las razones”. Para superar las turbulencias y desencuentros, Coventry deberá asumir un firme e inteligente liderazgo que le permita influenciar positivamente en los líderes mundiales, buscando que realicen sus mayores esfuerzos para el logro de una sociedad pacífica y comprometida con la preservación de la dignidad humana. Tiene la capacidad y voluntad para hacerlo.

En razón de la universalidad del deporte y de los principios y valores del Olimpismo, sus éxitos y fracasos serán también los nuestros. Todos estamos llamados, por consiguiente, a mancomunar acciones en torno a su gestión y a la sostenibilidad del Movimiento Olímpico. No hay cabida para la indiferencia ni la resignación, ni para posturas tibias o acomodaticias. El deporte siempre ha sido y será un arma noble para conseguir la paz y la unidad de los pueblos.

Las felicitaciones recibidas en el día de su elección, de parte de Vladimir Putin, quien elogió su “alta autoridad en el mundo del deporte”, abren las puertas a futuros diálogos sobre la deteriorada relación entre Rusia y el COI, los que podrían aligerar su pesada carga. Si bien Rusia es importante para el Movimiento Olímpico, su reinserción en éste dependerá de que asuma un firme y claro compromiso de contribuir a la paz mundial y a la defensa del Juego Limpio. La paz en Ucrania es un imperativo categórico, Putin y Coventry lo saben.

La humanidad demanda vivir en un mundo sin divisiones ni conflictos, en un mundo de paz. Ese es su derecho, pero, también, el sueño y desafío del Movimiento Olímpico.

César Pólit Ycaza ECU

Destacado especialista ecuatoriano en deporte, licenciado en Ciencias Sociales y Políticas, con una amplia trayectoria en gestión y política deportiva. Ha sido presidente de la Federación Ecuatoriana de Voleibol, secretario nacional del Deporte, directivo del Comité Olímpico Ecuatoriano y secretario de la Federación Ecuatoriana de Tenis. Fue director de la Comisión de Eventos de la Confederación Sudamericana de Voleibol y presidente del Panathlon Club Guayaquil. Es autor del libro Estado y Deporte. Amigos y enemigos íntimos y ha participado activamente en la elaboración de leyes deportivas, promoviendo la ética, la transparencia y el desarrollo institucional.