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Verdadero Análisis Deportivo

Padres informados, hijos protegidos: el rol esencial de las familias en el deporte

Por Azul Almazán MEX

En el deporte solemos centrar la atención en los atletas, en sus entrenadores y en las competencias, dejando en segundo plano a quienes son un pilar silencioso y determinante: las madres y los padres.

Es común que durante la infancia los padres acompañen de cerca, pero al llegar la adolescencia, ya sea por las demandas de la vida adulta o por la búsqueda de independencia de los jóvenes, su presencia se haga más distante. Sin embargo, la adolescencia es justamente una etapa en la que su compañía sigue siendo valiosa: es un momento de cambios rápidos, de búsqueda de identidad y de vulnerabilidad ante un entorno que, aunque formativo, también presenta retos y presiones.

Para acompañar de manera sana y efectiva, es ideal que las madres y padres aprendan a cuidar de su propio bienestar emocional. Gestionar las emociones y encontrar espacios de autocuidado permite a las familias disfrutar el proceso deportivo con sus hijos y ver más allá de las medallas. Este acompañamiento no solo sostiene al joven durante entrenamientos y competencias, sino que le ayuda a estructurar una vida fuerte y estable, con pilares inquebrantables, independientemente del resultado de una competencia, de un selectivo o del color de una medalla. Es este acompañamiento el que, en caso de que la vida deportiva del hijo cambie o termine, le permitirá seguir su camino con motivación, retos y herramientas para enfrentar cualquier proyecto que decida emprender en su vida.

Tener claridad sobre el rol que corresponde a cada quien también favorece entornos sanos. En el deporte, lo habitual es que las madres y padres no asuman el papel de entrenadores ni de jueces; sin embargo, existen casos en que algunos padres, por experiencia y formación, también desempeñan estos roles dentro del equipo o en competencias. En estos casos, es importante recordar que, aunque el padre o la madre pueda ser entrenador o juez dentro del campo de juego o durante el entrenamiento, al finalizar la práctica o la competencia, su función principal sigue siendo la de madre o padre. Separar de forma consciente estos roles permite ofrecer a los hijos un espacio de seguridad y apoyo, diferenciando claramente entre las exigencias del deporte y el cuidado incondicional que brinda la familia.

Por ello, resulta valioso que las familias se informen sobre las normas y regulaciones que rigen el deporte, conozcan los derechos de sus hijos y también las responsabilidades que tienen dentro del entorno deportivo. Contar con esta información les permite involucrarse de manera adecuada, sin sobrepasar los espacios que corresponden a los entrenadores y al equipo interdisciplinario que rodea a los jóvenes atletas, pero siempre manteniéndose vigilantes y atentos para proteger y respaldar el bienestar de sus hijos.

Otra parte esencial para fortalecer un entorno sano es aprender a convivir de manera respetuosa con otras madres y padres de familia, fomentando la sana competencia entre sus hijos y los demás atletas. Cuando las familias se enfocan en alentar el esfuerzo, el respeto y la colaboración, ayudan a que los jóvenes se sientan en confianza para entregar todo su ser durante los eventos, sin la presión de que sus victorias o errores se conviertan en motivo de conflictos o disputas entre adultos en las gradas, algo que tristemente se observa con frecuencia en competencias.

Padres informados, hijos protegidos. Cuando un hijo se siente valorado y escuchado, florece. Y cuando una madre o un padre se cuida a sí mismo, conoce su rol y se informa, puede acompañar de forma plena y disfrutar junto a su hijo el camino que el deporte ofrece para la vida.

En el deporte, cada quien tiene un lugar: entrenadores que guían, atletas que se esfuerzan y familias que acompañan, sostienen y aman. Ese equilibrio es la base de un entorno seguro, formativo y humano para todos.

Azul Almazán

Finalista Olímpica en Sídney 2000, Licenciada en Comunicación y Producción de Medios, con un máster en Prevención de Lesiones Deportivas y pasante de un MBA. Es docente en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBAL, miembro de la Asociación de Olímpicos Mexicanos y presidenta de Respeto 360, organización que promueve entornos deportivos seguros y prioriza la salud mental de atletas y profesionales del deporte. Con más de tres décadas de trayectoria en el alto rendimiento, ha desarrollado protocolos, reglamentos y programas de formación integral. Su liderazgo y visión la consolidan como una voz firme para transformar el deporte con respeto, resiliencia y dignidad humana.