
Por César Pólit Ycaza
La Buena Gobernanza constituye un factor clave e insustituible para el mejoramiento de la capacidad de autorregulación de las organizaciones deportivas, su mayor eficiencia y transparencia, y su legitimación social. Lo es porque coadyuva a que puedan ejercer una mayor o menor autonomía, a gozar de una mayor o menor credibilidad. Sin embargo, aún son muchas en las que sus líderes y gestores no toman conciencia de la importancia que ella tiene para el fortalecimiento de la institucionalidad deportiva.
Teniendo el deporte su base en la ética y la competición justa, la gobernanza de sus organizaciones debe cumplir los más altos estándares en términos de transparencia, democracia y responsabilidad. La obligación fundamental de los gestores deportivos es, por tanto, actuar con integridad y ejercer la autonomía responsable, concepto fundamentado en la buena gobernanza.
La gestión del deporte debe estar guiada por los principios de transparencia e integridad, primordialmente en todos los ámbitos de la contratación y del gasto, así como en la publicación y rendición de cuentas. E incorporar, asimismo, estándares mínimos de calidad basados en la implementación de estrategias adecuadas de solvencia y racionalización de los recursos, en el marco de una relación de equilibrio entre el control público y la autorregulación.
Como antecedente necesario debemos remitirnos a febrero de 2008, en Lausana, cuando en el marco del Seminario sobre Autonomía del Movimiento Olímpico y Deportivo, se adoptaron los siete Principios Básicos Universales de Buena Gobernanza, los cuales fueron recogidos posteriormente por el XIII Congreso Olímpico en 2009. Dichos principios son:
- Visión, misión y estrategia,
- Estructuras, regulaciones y procesos democráticos,
- El más alto nivel de competencia, integridad y estándares éticos´
- Responsabilidad, transparencia y control
- Solidaridad y desarrollo,
- Participación y cuidado de los atletas; y,
- Relaciones armoniosas con los gobiernos, preservando la autonomía.
De igual modo, a la Declaración de Berlín, adoptada el 30 de mayo de 2013 por 121 estados Miembros de la UNESCO en la 5a. Conferencia Internacional de Ministros y Altos Funcionarios de la Educación Física y el Deporte (MINEPS V), en la que se realizaron llamamientos para la adopción de programas de gobernanza en el deporte. La Agenda 2020, aprobada en 2014, y lo resuelto por el Comité Ejecutivo del COI, en sus sesiones del 8 al 10 de diciembre de 2015, volvieron obligatoria la adopción e implementación de los principios de la buena gobernanza para todas las organizaciones que integran el Movimiento Olímpico.
La expedición de dichos principios fue, sin duda, un gran aporte del COI al fortalecimiento institucional y mayor eficacia y transparencia de la gestión de las organizaciones que conforman el Movimiento Olímpico. Igualmente lo fue lo aprobado en la MINEPS V. En la medida que impere la buena gobernanza en las organizaciones deportivas, imperará la autonomía responsable en todas ellas, por la conexidad existente entre ambos conceptos.
En ese contexto, todos los líderes y gestores deportivos están llamados a asumir sus obligaciones con integridad, responsabilidad y transparencia, evidenciando su más alto nivel de habilidades gerenciales. Asimismo, les corresponde velar porque en todo momento la situación jurídica de sus organizaciones sea plenamente consistente con sus actividades y responsabilidades, y compatible con las leyes aplicables. Lamentablemente, gran parte de ello sigue siendo parte de enunciados y buenas intenciones.
Todas aquellas que operan al margen de los principios de la buena gobernanza, inevitablemente están condenadas al fracaso y a desaparecer. De hecho, en el Movimiento Olímpico no hay cabida para las que aplican modelos de gestión arcaicos y faltos de transparencia, basados en la improvisación y la discrecionalidad. Consiguientemente, les corresponde a sus líderes asumir con determinación y responsabilidad el reto de impulsar todas las acciones afirmativas que sean necesarias para la transformación de sus organizaciones.
Al depender la legitimidad y autonomía de ellas del respeto de las exigencias más estrictas en materia de comportamiento ético y buena gobernanza, por parte de sus líderes y gestores directivos, estos deben priorizar la adopción y aplicación de dichos principios en su gestión. Todos ellos están obligados a realizar un eficaz y transparente cumplimiento de sus obligaciones, en el marco del respeto de la normativa jurídica y principios deontológicos que los rigen.
La aplicación de dichos principios sigue siendo un imperativo, cuando son muchas las organizaciones que adolecen de falencias organizativas y estructurales, que muestran distorsiones entre lo que son en realidad y la magnitud de sus responsabilidades y obligaciones. Son muchas, también, las que constituyen meras ficciones legales, cuya autonomía es un espejismo, que no son gobernadas democráticamente ni son expresión de transparencia.
Lamentablemente, la eficiencia y transparencia de ellas sigue siendo una tarea pendiente o inconclusa. El deporte exige respeto, demanda neutralizar la profunda crisis de credibilidad en la cual se encuentran inmersas muchas organizaciones, como consecuencia de su mala gobernanza, su irrespeto al Juego Limpio o su tolerancia a la corrupción. Los deportes convertidos en negocios han agravado aún más esa crisis existencial y de gobernabilidad,
Todo ello ha traído consigo que afloren innumerables casos de un abusivo intervencionismo gubernamental, donde el rédito político ha importado más que la suerte de dichas organizaciones. Siendo la autonomía un concepto inmanente a las organizaciones deportivas, es deber de todos quienes las lideran defenderlas de las intromisiones gubernamentales, de disuadirlas a través del fortalecimiento institucional de ellas y de su buena gobernanza,
Tenemos la oportunidad de adoptar y mejorar sustancialmente los programas de Buena Gobernanza, aprovechando el camino que otros lograron trazar y recorrer. Se impone, pues, pasar de la retórica a la práctica de acciones afirmativas y transformadoras, dado que la Buena Gobernanza sigue siendo una tarea pendiente de las organizaciones deportivas, de sus líderes y gestores.
César Pólit Ycaza

Destacado especialista ecuatoriano en deporte, licenciado en Ciencias Sociales y Políticas, con una amplia trayectoria en gestión y política deportiva. Ha sido presidente de la Federación Ecuatoriana de Voleibol, secretario nacional del Deporte, directivo del Comité Olímpico Ecuatoriano y secretario de la Federación Ecuatoriana de Tenis. Fue director de la Comisión de Eventos de la Confederación Sudamericana de Voleibol y presidente del Panathlon Club Guayaquil. Es autor del libro Estado y Deporte. Amigos y enemigos íntimos y ha participado activamente en la elaboración de leyes deportivas, promoviendo la ética, la transparencia y el desarrollo institucional.
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