60 años

Fernando Vargas

Esencial

Por Daniel Aceves

La edad humana se ha vuelto un tema cultural y hasta de carácter simbólico. La esperanza de vida a lo largo de la historia ha tenido una evolución generada fundamentalmente por los avances médicos, la higiene, la alimentación, la educación y la tecnología.

En este contexto, de civilizaciones antiguas, entre el año 3000 a.C. y 500 d.C., existen diversos datos, como que en Egipto y la Grecia antigua la vida duraba entre 30 y 35 años, y que factores de higiene y enfermedades infecciosas, entre otros, eran determinantes de la mortalidad. En la Edad Media, entre los años 500 y 1500 d.C en Europa, la edad oscilaba entre 30 y 40 años; guerras y desnutrición, junto con pandemias como la peste negra, eran drásticos factores de muerte. En la Revolución Industrial, que data de 1750 a 1900, debido a los avances en la medicina, higiene y agricultura, pero sobre todo en la vacunación y el saneamiento público, comenzaron a reducirse las tasas de mortalidad infantil y se vivió entre 35 y 50 años.

A partir del siglo XX aumentó la esperanza de vida, sobre todo en países industrializados. En 1900 la esperanza de vida global era de 50 años, para el año 2020 se promedió en 72.6 años, con diferencias regionales; en países desarrollados, un promedio arriba de los 80 años. De tal suerte que hubo épocas en que llegar a tener 40 años era una ancianidad.

Hoy, los factores clave que han prolongado nuestra existencia obedecen centralmente a la medicina moderna, al desarrollo de vacunas y antibióticos, mejoramiento de técnicas diagnósticas y quirúrgicas, higiene y saneamiento, agua potable y manejo de desechos para reducir enfermedades infecciosas, mejor calidad y acceso a los alimentos, educación y políticas públicas sobre hábitos saludables y reducción de la mortalidad infantil, con programas de atención materno-infantil.

Su servidor acaba de cumplir 60 años y fui a gestionar mi credencial del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, mejor conocido como el INAPAM, motivado, en mucho, para obtener beneficios en descuentos en servicios públicos y del sector privado, y me llamó poderosamente la atención que tuve que batallar varios días para obtener esta identificación, ya que la demanda de la misma agota las fichas que se entregan desde la madrugada en los módulos, donde se cubren algunos requisitos, centralmente, acreditar que has llegado a las seis décadas de existencia. La experiencia fue observar también que muchos de los que estábamos ahí podíamos decir que, hoy, los 60 años son los 50 de hace tres o cuatro décadas, y que al cambiar la estructura poblacional vamos a pasar de ser un país de niños y jóvenes a uno de adultos mayores.

En consecuencia, las políticas públicas tendrán que reorientar muchas de sus prioridades, avanzar en consolidar programas sociales con la transferencia de recursos no condicionados, pero, sobre todo, incentivando una cultura de prevención y autocuidado de la salud, física y emocional, debido a que las enfermedades no transmisibles y covid-19 han reducido la esperanza de vida entre 2 y 4 años, y es por ello que este gran sector poblacional, al que ya pertenezco, tiene que contar con más proyectos que recuerdos, intensificar su participación social, política y económica, y construir una aportación amplia y permanente en beneficio de las nuevas generaciones que, aunque más tecnificadas, enfrentarán desafíos que pondrán a prueba su resiliencia y sus capacidades.

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