DEPORTES DE HOMBRES Y DEPORTES DE MUJERES
Hace unos días, un hombre visiblemente molesto por mi presencia, me decía que el Taekwondo no era un deporte bueno para las mujeres, pues no les enseñaba a controlar sus emociones. Como la mujer cinta negra cuarto Dan en Taekwondo que soy, apliqué la mejor técnica de contrataque que pude pensar y solo seguí el refrán que dice ‘‘a palabras necias oídos sordos’’. No obstante, a lo largo del día, continué pensando en el reclamo de aquel hombre: ‘‘el Taekwondo no les enseña a las mujeres a controlar sus emociones’’.
Esa frase rondaba constantemente mis pensamientos, quería entender la profundidad de aquellas palabras. Después, encontrando parcialmente una respuesta, recordé un fragmento del ensayo ‘‘Una habitación propia’’ de Virginia Woolf, el cual dice: ‘‘Las mujeres novelistas deberían solo aspirar a la excelencia reconociendo valientemente las limitaciones de su sexo’’ (Woolf, 2008, p. 55). La autora, escribió ese ensayo hace 91 años y al igual que yo en esta ocasión, plasmaba en sus escritos los prejuicios a los que se enfrentaba en su cotidianidad.
Virginia Woolf me dio una respuesta, que aunque escrita hace casi 100 años, no perdió su actualidad. La situación que ella criticaba al mostrar los prejuicios de su época al ‘‘no sobrepasar ciertos límites que al caballero en cuestión le parecían adecuados’’ (Woolf, 2008, p. 55) resumía gran parte del asunto de las mujeres y el Taekwondo. Después de recordar a Woolf, vino a mi mente otra posible respuesta: La Histeria femenina, este padecimiento, que actualmente la misma ciencia reconoce que es un mito, en el pasado fue un mecanismo muy efectivo de control, el cual servía para colocar constantemente a las mujeres en su sitio.
El sitio, se refería al hogar y a la maternidad, pero ese es otro tema que si bien esta relacionado, desarrollarlo necesita otra columna, así que, siguiendo con los límites que los caballeros consideran adecuados para las mujeres, la histeria femenina y la aspiración a la excelencia reconociendo los límites de mi sexo, pude elaborar una respuesta a la frase que me había hecho reflexionar en un principio: ‘‘el Taekwondo noles enseña a las mujeres a controlar sus emociones’’.
La primera parte de mi respuesta fue reconocer que las ideas de naturaleza femenina y masculina rondan en nuestra sociedad, por lo tanto estas se reflejan en narrativas que sitúan constantemente a las mujeres y a los hombres en su sitio. En el caso del deporte, se pueden percibir estas ideas de naturaleza femenina o masculina al momento de reconocer que existen deportes más o menos adecuados para los hombres y para las mujeres.
Considero necesario aclarar que feminidad y masculinidad no son sinónimos de mujer y hombre. La feminidad y la masculinidad son las normativas culturales que funcionan para normalizar atributos, actitudes, deberes y roles a los hombres y a las mujeres en una sociedad.
En México, el Taekwondo, es considerado un deporte para los hombres. Se piensa que por ser un deporte de combate su práctica es más adecuada para ellos. No obstante, en el fondo de esta creencia, se puede percibir la idea de naturaleza. Que indica que existen actividades propias para los hombres y propias para las mujeres, ya que se cree que los hombres deben ser bélicos y agresivos, mientras las mujeres deben ser delicadas y elegantes. Esas ideas de naturaleza se reflejan en lo esperado al realizar un tipo de deporte en específico.
Después de reconocer que el género se manifiesta también en los deportes, comprendí la profundidad de las palabras de aquel hombre: ‘‘el Taekwondo noles enseña a las mujeres a controlar sus emociones’’ y descubrí que tenía razón. Tenía razón porque aquel hombre tenía una idea fija de lo que es ser mujer. En su cabeza, solo hay un tipo de mujer posible, donde la feminidad delimita nuestros comportamientos, por lo tanto, toda aquella que salga de esos parámetros irrumpe con lo esperado, su naturaleza de mujer peligra y los fantasmas de la Histeria se presentan. Aquel hombre que afirmaba que el Taekwondo no era un deporte adecuado para las mujeres, lo decía ademas de molesto, en serio. Sus prejucios de género, anclados en las ideas de naturaleza femenina y masculina, invadieron por completo su pensamiento, llevándolo a creer que a las mujeres nos define la feminidad y a los hombres los define la masculinidad. Dichos constructos, han sido especialmente dañinos para las mujeres, al final de mi reflexión yo pensé ¿Qué hubiera pasado si yo misma creyera que existen deportes adecuados para los hombres y deportes adecuados para las mujeres?.
Las siguientes palabas de Woolf aún resuenan en mi cabeza al tratar de encontrar una respuesta: ‘‘Las mujeres novelistas deberían solo aspirar a la excelencia reconociendo valientemente las limitaciones de su sexo’’ y no puedo evitar pensar en el Taekwondo, acaso ¿esa cuestión de limitaciones de su sexo, tiene algo que ver con las modalidades de competencia de formas y de combate? En mi siguiente columna abordaré ese tema, mientras tanto, seguiremos reflexionando.
Referencias:
Guillaumin, C. (2005). Práctica del poder e idea de Naturaleza. En Curiel, Ochy y Falquet, Jules (compiladoras). El patriarcado al desnudo (pp.19-57). Tres feministas materialistas.
Woolf, V. (2008). Una habitación propia. SEIX BARRAL, S.A.
En el Taekwondo existen dos modalidades de competencia: las formas y el combate. Las formas, también llamadas poomsae culturalmente se reconocen como propias y adecuadas para las mujeres, a diferencia del combate, que se reconoce como propio y adecuado para los hombres.
Si bien esta columna se narró desde una experiencia personal, reconozco que las restricciones del género, o sea lo que indica lo adecuado o no siendo mujer u hombre, afecta de múltiples y diversas maneras la convivencia cotidiana en nuestra actualidad.
Ana Giselle Torres Lira
Licenciada en Cultura Física y Deportes
Maestrante en Gestión y Desarrollo Social por la Universidad de Guadalajara
Cinta Negra 4to Dan en Taekwondo
Ex Seleccionada Nacional de Taekwondo