Por Ernesto Palacios
A medida que la población mexicana envejece a un ritmo acelerado, surgen preguntas urgentes sobre cómo garantizar que nuestros adultos mayores vivan más, sí, pero también mejor. En este escenario, la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I), ha desarrollado un modelo que podría marcar la diferencia: el programa “55 y +”, una iniciativa que apuesta por el envejecimiento activo a través de un enfoque integral. Y es precisamente ahí donde radica su mayor acierto: no basta con mover el cuerpo, hay que atender también la mente, la alimentación, el descanso, la salud emocional y social.
Hoy en día, es común encontrar programas públicos y privados que promueven el ejercicio físico para personas mayores. Y aunque esta práctica ha demostrado beneficios indiscutibles —mejor fuerza muscular, equilibrio, movilidad, entre otros—, seguir considerando al movimiento como único pilar del bienestar en la vejez es una visión incompleta y, en muchos casos, ineficaz.
La diferencia entre ejercitarse y transformar la salud
Durante 12 semanas, el programa “55 y +” ofrece a trabajadores mayores de 55 años un tratamiento que es mucho más allá de las pesas y los estiramientos. A cada participante se le realiza una evaluación médica, psicológica, nutricional, dental y funcional. Con base en esa valoración integral, se diseña un plan personalizado que incluía sesiones de ejercicio físico diarias, pero también orientación emocional, asesoría nutricional, educación sexual, estrategias para mejorar el sueño y actividades grupales para fortalecer los lazos sociales.
El resultado: los participantes no solo perdieron grasa corporal y ganaron masa muscular; también redujeron sus niveles de presión arterial, durmieron mejor, recuperaron la autoestima, vencieron el aislamiento y hasta mejoraron su salud bucal.
Más allá de la biología: salud como bienestar integral
El modelo de la UAM-I parte de una premisa sencilla pero poderosa: la salud del adulto mayor no puede abordarse desde un solo frente. La vejez implica cambios fisiológicos —como la pérdida de masa muscular o la disminución de la capacidad pulmonar—, pero también alteraciones emocionales, cognitivas y sociales. Ignorar cualquiera de estos factores es perpetuar una atención fragmentada que, en lugar de prevenir el deterioro, lo posterga.
Los datos son elocuentes. Mientras que el 78% de los participantes mejoró su composición corporal, el 92% declaró sentirse más activo y con mejor calidad de vida. Más aún: el 70% reportó mejoras en el sueño y el 60% redujo síntomas depresivos. Son cifras que no pueden alcanzarse solo con una caminata diaria o una clase de yoga semanal. Se necesita un equipo de especialistas, seguimiento personalizado y, sobre todo, una visión integral del envejecimiento.
¿Y ahora qué?
Frente a este éxito, surgen dos grandes desafíos. El primero es institucionalizar este tipo de programas dentro de las políticas públicas, de manera que dejen de ser iniciativas aisladas y se conviertan en derechos garantizados para la población mayor. El segundo, más profundo aún, es cambiar nuestra concepción del envejecimiento: dejar de verlo como una etapa de declive y comenzar a asumirlo como una oportunidad de transformación y crecimiento.
México no puede permitirse envejecer con los ojos cerrados. El ejemplo de la UAM-I demuestra que cuando se combinan ciencia, voluntad institucional y compromiso humano, es posible diseñar intervenciones que no solo alargan la vida, sino que la hacen digna, plena y saludable.
Ernesto Palacios González es una figura destacada en el ámbito del deporte, la educación y la gestión cultural en México. Comunicólogo por la UNAM, maestro en Ciencias del Deporte por la ENED-CONADE y especialista en Políticas Culturales por la UAM, ha sabido integrar su formación académica con una profunda vocación por el desarrollo humano a través del deporte.
Con más de tres décadas de trayectoria, se ha desempeñado como jefe de la Sección de Actividades Deportivas en la Universidad Autónoma Metropolitana, donde también es fundador del programa “55 y +”, un innovador modelo de salud y bienestar integral para adultos mayores.
Fue jugador seleccionado nacional de voleibol durante 11 años, representando a México en Juegos Mundiales y torneos internacionales de primer nivel, donde obtuvo medallas y múltiples campeonatos, y fue reconocido como el mejor acomodador del país durante su etapa activa.
Ernesto no solo ha vivido el alto rendimiento como atleta, sino que lo ha estudiado, enseñado y promovido como entrenador, académico, funcionario público y líder comunitario. Ha sido profesor en instituciones como la Universidad Anáhuac, la Marista y la ESEF, además de ser conductor de cursos para la CONADE y participar en la organización de competencias internacionales de voleibol.
Su estilo combina el rigor técnico con una mirada humanista del deporte, enfocada en formar mejores personas, no solo mejores atletas. Hoy, comparte su experiencia como formador, comunicador y visionario, con un mensaje claro: el deporte transforma vidas.
